El MERCOSUR y el futuro de Uruguay



Carlos Santiago
El vice-canciller argentino, Martín Redrado, afirmó que la coordinación de
macroeconómica es una necesidad entre "los del mismo barrio", haciendo
referencia directa a las conversaciones que está manteniendo su gobierno con
el de Brasil, al fin de coordinar las políticas cambiarias que, por estos
días, han demostrado lo difícil que es mantener una estructura estable de
comercio exterior, en el marco de disparidades agudas y cambiantes. "Si
todos nacimos en el Bronx, no podemos creer que vamos a ponernos de acuerdo
con los habitantes de Manhattan" - afirmó.

Estas alusiones, como también con la que destacó la necesidad de la
industrialización para "adjuntar valor agregado" a la producción nacional y
así propender a una reactivación plena de las economías, parecieron ser
contrapuestas a las creencias de los tecnócratas de nuestro gobierno
quienes, sin duda, acuciados por la crisis, viven un cortoplacismo (día a
día) casi irracional.

Al único elemento al que se le puede atribuir incidencia en el proceso que
se está viviendo hoy en el Uruguay, que hemos calificado como "veranillo
incipiente", tiene relación con el importante atraso cambiario que vienen
sufriendo las economías de los países vecinos (Argentina y Brasil) que, por
obra de ese factor totalmente coyuntural, está movilizando a algunos
sectores exportadores uruguayos. Atraso cambiario que, por diferentes
causas, parecería ahondarse.

En la actual coyuntura, es evidente, que los productos uruguayos, pese (o
venciendo) los problemas de escala que existen y que pocas veces se han
tenido en cuenta en el ámbito de la economía, se están convirtiendo en
competitivos. Se ha mejorado la exportación de lácteos y de algunos
comodittis, con escaso valor agregado, pero que de alguna manera han
cambiado el signo de la recesión. Pero ese proceso es tan coyuntural como
efímero. Los contactos de Argentina y Brasil, destinados a profundizar los
acuerdos en el marco del MERCOSUR, hacen suponer que el valor de las monedas
atenuarán sus diferencias y la actual situación llegará a su fin en un no
muy largo plazo de tiempo.

Por ello llama la atención que algunas consultoras, como Ceres, sostengan -
sin explicar las razones del fenómeno - que si durante tres meses
consecutivos se dan cifras positivas de actividad (faltaría el cómputo de
abril), se probaría que estamos ante "el fin de la recesión" Cuanta
liviandad en el manejo de la información económica, para sostener que cifras
sacadas de contexto, pueden mostrar la persistencia de una tendencia.

Obviamente, de mantenerse el deterioro de los acuerdos del MERCOSUR, tema
sobre el que el gobierno del presidente Jorge Batlle no movió ni un dedo,
parecería evidente que la situación de Uruguay seguirá siendo totalmente
inestable. La coyuntura cambiaria favorable al país y la competitividad
positiva lograda por estos días, puede cambiar de signo en cualquier
momento.

Pero, sin tener en cuenta ese factor, ya han aparecido expresiones
cortoplacistas preocupadas por las conversaciones entre Argentina y Brasil,
que buscan la convergencia monetaria, proceso que en el marco del MERCOSUR
era una etapa que estaba prevista. El presidente Batlle, antes de la crisis
del pasado año, llamaba "serpiente" monetaria a esa política, y propuso que
fuera diseñada por quien por entonces era ministro de Economía de la
Argentina, el doctor Domingo Cavallo.

Claro, recordar lo dicho en alguna oportunidad por nuestro presidente no es
más que mostrar, otra vez, lo que son expresiones de un pensamiento
contradictorio que, pasó desde una propuesta de recreación de la "Provincia
Cisplatina" a un acuerdo de libre comercio, bilateral de contenido dadivoso,
con los EE.UU.

Por supuesto que una convergencia monetaria como la que han comenzado
analizar en el marco del MERCOSUR Argentina y Brasil, requiere la concreción
de flexibles pero terminantes acuerdos macroeconómicos, debiéndose acordar
políticas comunes en varios campos (presupuestales, antidumping, aduaneros,
impositivos y en materia de inversiones) La pequeñez de la economía
uruguaya, determina que el llegar a acuerdos de este tipo a nivel del
"barrio", sea muy conveniente, pues los agentes económicos podrían de una
vez por todas comenzar a pensar en producciones de una escala mayor, dentro
de un marco coyuntural que tendería a una relativa estabilidad.

Que en este momento, ante la enunciación del tema, voceros del gobierno vean
con preocupación esos análisis bilaterales entre Argentina y Brasil, es
preocupante. ¿Es que pensaban que el "veranillo incipiente" se mantendría
siempre? ¿Por qué los gobiernos de los países vecinos no tienen la
intención, dentro de una razonable agenda, de poner fin al importante atraso
cambiario que se verifica en sus economías? Para Uruguay es más que
conveniente que las reglas del juego sean lo más estables posibles, de lo
contrario en el país no habrá inversión de ningún tipo. ¿Quién estaría
dispuesto a colocar capitales en un país, con un pequeño mercado interno y
cuyas exportaciones están acotadas - como hasta ahora - por coyunturas
altamente cambiantes? Son elementos, también coadyuvantes, que acentúan la
importancia de profundizar los acuerdos en el MERCOSUR. Jugar con la ilusión
cortoplacista de que se podrá sostener la reactivación en base al coyuntural
atraso cambiario de Argentina y de Brasil, es simplemente un disparate.