ARGENTINA:Las Madres de la resistencia civil



Marcela Valente

BUENOS AIRES, 30 abr (IPS) - Las Madres de Plaza de Mayo, que se reunieron
por primera vez en Argentina hace 25 años, no lograron recuperar a sus hijos
secuestrados por la dictadura militar (1976- 1983), pero su acción es
reivindicada como pionera en estos días de crisis por numerosas
organizaciones de resistencia civil.
Argentina vive la crisis más profunda de su historia, con debilidad
institucional, recrudecimiento del desempleo y la pobreza y un colapso
económico y financiero sin precedentes. En este contexto, afloran
movimientos de resistencia pacífica que toman a las Madres de Plaza de Mayo
como modelo de lucha.
Caceroleos, piquetes, asambleas y "escraches" son algunas de las actuales
formas de protesta que tuvieron como matriz la ronda espontánea de las
Madres en la Plaza de Mayo, en plena dictadura militar, cuando lo que estaba
en juego era la vida de sus hijos e hijas secuestrados por el régimen.
Los piquetes comenzaron a mediados de los años 90, cuando el desempleo
comenzó a subir. Pobres, desempleados y trabajadores estatales suelen desde
entonces irrumpir en rutas y caminos para cortar el tránsito para protestar,
a veces por un día, otras por tiempo indeterminado.
Los caceroleos se iniciaron sin que nadie los convocara el 19 de diciembre,
víspera de la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa. Primero
sonaron en las casas, más tarde en las esquinas, y finalmente en la plaza de
Mayo, el lugar de las manifestaciones más concurridas de la historia del
país.
De los caceroleos se desprendió en diciembre el movimiento de asambleas, que
nuclean a los vecinos en las esquinas de diversos barrios y que luego envían
sus delegados a un plenario semanal.
Los ahorradores, que protestan frente a los bancos que les impiden retirar
sus depósitos, tomaron como modelo los escraches, actos frente al domicilio
de represores de la dictadura para "escracharlos" (dejarlos en evidencia)
ante sus vecinos.
Los escraches fueron ideados por Hijos, organización que nuclea a hijos de
desaparecidos. Sus integrantes identifican el domicilio de un represor,
hablan con sus vecinos para que conozcan sus antecedentes y luego organizan
un acto frente a la vivienda.
Mientras, desde diciembre, los damnificados por la crisis financiera
recorren desde enero el centro de Buenos Aires, portando cacerolas y palos,
para pegar carteles o pintar consignas en la fachada de los bancos, a los
que acusan de estafar a los ahorradores.
Las Madres de Plaza de Mayo ven con orgullo la multiplicación de movimientos
de lucha que las invitan a participar.
Pero las 14 madres de desaparecidos que se dieron cita el 30 de abril de
1977 en torno a la pirámide de la plaza de Mayo, frente a la casa de
gobierno, estaban solas, dijo Josefina de Noia, madre de una joven psicóloga
secuestrada en 1976.
De Noia fue la primera en llegar aquel día, cuando el régimen llevaba poco
más de un año en el poder. Ya se habían producido miles de secuestros.
"Nos reunimos allí para ir juntas a la casa de gobierno, pero como era
sábado no había nadie y entonces decidimos volver el jueves de la semana
siguiente", dijo la anciana.
El jueves ya eran 30 las mujeres reunidas allí para intercambiar información
sobre el destino de sus hijos secuestrados. La policía les exigía que "
circularan", pues las reuniones en lugares públicos estaban prohibidas
debido al estado de sitio.
Por eso, las Madres comenzaron a circular, del brazo y en parejas, alrededor
de la pirámide.
Muchas veces la policía las echó de la plaza. Las Madres debían entonces
refugiarse en iglesias. Dos de ellas fueron secuestradas y están
desaparecidas. Nora Cortiñas, otra de las fundadoras del movimiento, estuvo
detenida seis veces en comisarías.
El retorno de la democracia en 1983 les trajo buenas y malas noticias. Al
principio, partidos políticos y sindicatos las reivindicaron y los ex
dictadores fueron juzgados y condenados. Pero luego se aprobaron leyes de
amnistía a los represores y finalmente el indulto, durante el gobierno de
Carlos Menem (1989-1999).
En medio de esos vaivenes, las Madres se dividieron en dos organizaciones.
Las lideradas por Hebe de Bonafini se volcaron a trabajar junto a partidos
de izquierda, y las Madres de la Línea Fundadora, crearon un movimiento más
horizontal, sin liderazgos fuertes, y volcadas a una lucha testimonial.
El movimiento de Bonafini inauguró hace tres años una Universidad Popular
que dicta cursos de Derechos Humanos, Economía Política, Arte, Cine y
Psicología Social. También alberga el mayor archivo sobre violaciones de
derechos humanos del país.
Según informes oficiales, los desaparecidos por la dictadura son más de
11.000, aunque las Madres calculan que son casi el doble. Ninguno fue
encontrado con vida.
Las Abuelas de Plaza de Mayo, organizadas para hallar a menores secuestrados
por los represores, lograron ubicar ya a 70 de sus nietos.
"Nosotras no conseguimos rescatar a ninguno de nuestros hijos desaparecidos,
pero fuimos ideando nuestra lucha, aun con temor, y aprendiendo de la
experiencia", dijo María Adela Gard, otra de las mujeres participantes de la
primera ronda que se repitió todas las semanas por 25 años.
Desde entonces, la presencia de las Madres es un testimonio vivo en cada
acto de protesta gremial, estudiantil, humanitaria, en recitales de
solidaridad con los más desposeídos, en piquetes, "caceroleos" o en
protestas frente al domicilio de militares golpistas que lograron eludir la
condena judicial.
"Ellas fueron la punta de lanza de una lucha que comenzó poco después del
golpe de Estado de 1976 y todavía sigue", dijo a IPS el piquetero Jorge
Núñez, integrante del Congreso de los Trabajadores Argentinos en La Matanza,
la localidad más pobre y populosa de la central provincia de Buenos Aires.
"Ellas nos dan fuerza. A las Madres no les tembló el mentón cuando tuvieron
que salir a la calle con los militares, y a nosotros siempre nos transmiten
mucha confianza, sobre todo a los vecinos que están más arrinconados por la
pobreza y el miedo y no tienen ganas de salir a pelear", explicó Núñez.
La maestra Gladys Quinteros también pensó mucho en las Madres de Plaza de
Mayo cuando decidió en diciembre ir sola a una plaza cercana a su barrio, en
la localidad de Merlo, provincia de Buenos Aires, en las vísperas de la
caída de De la Rúa.
Quinteros pensó que si iba a la plaza de Merlo, al igual que miles de
habitantes de la capital se trasladaban a la plaza de Mayo, podría sumarse
así simbólicamente a la protesta para reclamar la renuncia de De la Rúa.
"En aquel momento estaba sola, con mi hija y una bandera argentina. Pensé en
las Madres, y me puse a caminar sola alrededor del mástil de la plaza", dijo
a IPS. A la semana siguiente, decenas de vecinos la acompañaban en la
primera asamblea de su zona, que luego se repitió cada semana.
Cuando eran cientos los vecinos que se reunían a protestar, un grupo de
desconocidos los corrió con bastones y les pegó hasta dispersarlos. A la
semana siguiente, miles se presentaron a la reunión. Entre ellos había un
puñado de Madres de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos.
Las Madres comenzaron identificándose con un pañuelo blanco en la cabeza,
anudado en el cuello, que simbolizaba el pañal de gasa que usaron con sus
hijos pequeños. El pañuelo lleva bordado el nombre de sus hijos

Nello

change the world before the world changes you because  another world is
possible

www.peacelink.it/tematiche/latina/latina.htm