Guatemala: La URNG ha muerto: Que viva la izquierda



25 de noviembre del 2003
Mario Roberto Morales
Siglo Veintiuno http://www.sigloxxi.com/

 Guatemala, noviembre del 2003.


Desde principios de los años noventa he venido insistiendo en mis artículos
periodísticos en que para construir una izquierda actualizada en Guatemala
era necesario que la URNG muriera. Debido a que se ha identificado a la URNG
con "la izquierda guatemalteca" (como si sólo aquella nefasta organización
representara esta manera de pensar y ejercer la política), es que surgen
confusiones cuando se habla de "la muerte de la izquierda" en Guatemala. En
realidad se trata de la muerte de la URNG, es decir, del centralismo, el
autoritarismo, el militarismo y la corrupción propias de la comandantitis
aguda que caracterizó a esta fuerza siempre.
Sus más conspicuos cabecillas nacieron a la vida política como resultado de
la amalgama de militares contrainsurgentes y burócratas estalinistas que
conformaron las primeras guerrillas, resultantes de la fracasada asonada del
13 de noviembre de 1960. Estos orígenes determinaron la famosa "cultura del
autoritarismo de izquierda" como herencia directa del militarismo de derecha
que está en la base del orígen de esta injusta e interdiscriminatoria
nación.
En donde quiera que estuvieran quienes luego jefearían la URNG (una unión
forzadamente improvisada por órdenes de Cuba en 1982), las cosas
(sospechosamente) fracasaron. El divisionismo sectario, las intrigas, las
purgas y los asesinatos fueron la regla y no la excepción de esta izquierda
bizarra que culminó su triste camino con el rechazo ciudadano en las urnas
el pasado 9 de noviembre. Desde emboscadas en las que morían combatientes
idealistas que iban supuestamente a recibir armas, y sacrificios de
militantes que fueron negados por sus jefes, hasta el sabotaje de la única
candidatura indígena en la elección pasada, en donde quiera que estuvieran
estos nefastos quintacolumnistas, los proyectos populares terminaban en la
frustración y la muerte de los más valiosos elementos de la izquierda. Basta
revisar la historia para darse cuenta de esto (remito al lector a mi libro
La ideología y la lírica de la lucha armada. Guatemala: Editorial
Universitaria, 1994).
La nefasta conducción de la guerra popular por parte de la URNG culminó en
la masacre de unas 200 mil personas, la mayoría indígenas, hecho del que la
Comisión de Esclarecimiento Histórico responsabilizó tanto al Ejército por
su política genocida como a las guerrillas por haber puesto en práctica
tácticas de provocación para atraer al Ejército a una guerra prolongada y
luego abandonado a su suerte a la población civil de apoyo.
¿No es acaso motivo de regocijo que esta "izquierda" haya muerto? ¿Es que no
era necesario que mueriera para que una genuina izquierda actualizada pueda
surgir de quienes nada tuvieron que ver con la traición de la URNG,
especialmente los jóvenes? Ahora, ya eliminado ese lastre autosaboteador,
puede aspirar a existir en Guatemala esa necesaria fuerza política con
vocación utópica por el bienestar de las mayorías (entendiendo por utopía
una idealidad modélica inexistente e inalcanzable que sólo sirve para
inspirar y guíar las acciones políticas) que aún no nace en forma
actualizada, eficiente y pragmática en este país.
Ya es hora pues de diferenciar a "la izquierda guatemalteca" como una fuerza
dispersa pero consecuente con los principios que animan la práctica política
por el bienestar de las mayorías (ahora en codiciones de globalización y sin
el lastre del socialismo real), y la URNG, una camarilla de cabecillas de
incondicionales seguidistas que desde 1982 -cuando fueron derrotados
militarmente- viven en contubernio con su "enemigo", como lo ilustra el de
sobra el conocido "caso Mincho", ocurrido durante las oscuras negociaciones
de paz.
Persiste, claro, el peligro de que los rescoldos de la URNG y sus múltiples
desprendimientos se enquisten en las nuevos agrupaciones de izquierda, como
ocurrió con la ANN. Por eso, la izquierda naciente debe meticulosamente
enterrar los cadáveres flotantes del hundimiento de la URNG si es que quiere
de veras constituirse en una fuerza política moderna, flexible y con
posibilidades de ejercer (no sólo de impugnar) el poder. Por lo pronto,
cuenta ya con las condiciones propicias para reinventarse a sí misma sin la
espina de los infiltrados clavada en el corazón. ¡La URNG ha muerto, que
viva la izquierda!