Argentina: Reflexiones acerca de las Asambleas en Argentina



6 de febrero del 2003


Reflexiones acerca de las Asambleas en Argentina, y sobre el proyecto de una
"Red Mundial de Movimientos Sociales"
Ezequiel Adamovsky ZNet en español

(Dos presentaciones efectuadas durante el 3er. Foro Social Mundial, enero de
2003)

Introducción

El fenómeno de las Asambleas en Argentina es muy complejo, cada Asamblea es
un mundo aparte, de modo que voy a comenzar con alguna información general
sobre todo el movimiento, para luego hablar de mi propia experiencia como
miembro de la Asamblea Popular Cid Campeador, de la ciudad de Buenos Aires.

Para decirlo brevemente, las Asambleas son reuniones de vecinos que discuten
y deciden cuestiones políticas en forma horizontal, sin distinción entre
dirigentes y dirigidos, o entre representantes y representados.

Como movimiento surgen poco después de la rebelión del 19/20 de diciembre de
2001. Más de 150 asambleas se forman espontáneamente en Buenos Aires, y
otras en Córdoba, Rosario, Mendoza, Santa Fe y algunas otras ciudades. A mi
Asamblea, por ejemplo, la convocó Romina, una chica de 26 años sin ninguna
clase de experiencia política previa, que pasó casi una semana repartiendo
volantes para invitar a la primera reunión.

Las Asambleas fueron casi una invención en la cultura política Argentina,
que tradicionalmente es extremadamente jerárquica. El único antecedente que
existía era el de las Asambleas de piqueteros que surgieron hacia 1996. Pero
esto era un dato muy distante para la mayorpia de nosotros, que nunca
habíamos tenido trato con ellos, ni teníamos información sobre su forma de
organización. Sólo luego hicimos la conexión, y supimos que ellos también
venían utilizando prácticas asamblearias. De modo que cuando comenzamos a
reunirnos con los vecinos carecíamos de toda experiencia.

¿Qué motivó a los vecinos a reunirse en Asambleas? Creo que lo que trajo
inicialmente a los vecinos fue la sensación de desamparo, el hallarse solos,
excluídos no sólo en lo económico, sino también en lo político. Y una
intuición, casi un instinto: que cuando hay problemas tan graves, y tanto
desamparo, conviene juntarse con los otros para escucharse y ver qué hacer.
En mi Asamblea, casi los primeros dos meses enteros fueron de catarsis. Y
ahora que lo pienso, también las primeras asambleas de piqueteros surgieron
del desamparo. El primer movimiento piquetero en Cutralcó, un pueblo de la
Patagonia dedicado íntegramente a la industria del petróleo, surgió tras la
privatización de la compañía estatal de petróleos. Como parte de la
privatización, se decidió cerrar la producción en Cutralcó, condenando a un
pueblo entero a la desaparición. Fue entonces, ante la falta de respuestas
por parte del Estado, que los habitantes se reunieron en Asamblea, salieron
a cortar la ruta, y dieron nacimiento a uno de los movimientos de
desocupados más poderosos del mundo.

Al principio los Asambleístas sólo estabamos unidos por el grito "¡Que se
vayan todos!" que fue el slogan de la rebelión del 19 y 20 de diciembre.
Este slogan expresa la decepción frente a un sistema político completamente
distanciado de la voluntad popular. Dos años antes había ganado la Alianza,
una coalición supuestamente progresista contraria a las políticas
neoliberales llevadas a cabo por Carlos Menem durante 10 años. Al principio
la Alianza despertó esperanzas en muchos. Pero pronto terminaron aplicando
las mismas políticas neoliberales, incluso nombraron al mismo Ministro de
Economía que tenía Menem: Domingo Cavallo. Los niveles de corrupción de los
funcionarios públicos siguieron siendo muy altos, no sólo en el gobierno
sino también en el Congreso y en la Corte Suprema de Justicia. También los
sindicatos están completamente corruptos y desacreditados en Argentina. Es
en ese contexto que el sistema de representación colapsó. En las elecciones
inmediatamente anteriores a la rebelión hubo tasas de abstención y de
impugnación del voto enormes, en un país donde ir a votar es obligatorio. La
reunión en Asambleas es la contraparte del "Que se vayan todos": implica una
voluntad de hacerse cargo uno mismo de los problemas, sin esperar a que lo
hagan los representantes. Sólo eso nos unía en un principio.

El público que asiste a las Asambleas refleja una enorme multiplicidad. Los
hay de todas las edades, y ambos sexos están igualmente representados. Los
hay con y sin experiencia política y sindical previa. Hay militantes de
partidos, y vecinos desconfiados de los partidos. Con educación superior y
sin ella. Respecto del origen social, en principio mi asamblea, por ejemplo,
era más típicamente clase media, y creo que lo mismo sucedía en la mayoría
de los casos. Pero más tarde se fueron sumando sectores de más bajos
recursos. Esta multiplicidad es también algo muy nuevo en la cultura
política Argentina.

¿Qué hacen las Asambleas? Las actividades que desarrollan son muy variadas,
y van desde actividades desarrolladas en y para el barrio, hasta acciones
políticas de nivel nacional. Las actividades más típicamente desarrolladas
por las Asambleas incluyen compras comunitarias para abaratar los costos de
las mrecaderías, y actividades culturales variadas, casi siempre con
contenido politico: proyecciones de películas, debates públicos, cursos
sobre temas variados, etc. Mucho del trabajo de las Asambleas ha sido
dirigido a romper las barreras de clase que nos separan. Por ejemplo, es
típico que las Asambleas organicen encuentros y trabajos en conjunto con los
piqueteros, cartoneros y obreros de fábricas recuperadas. También muchas
Asambleas han establecido comedores y merenderos para los pobres y los sin
techo. Las acciones más propiamente políticas incluyen la lucha contra los
aumentos de precios, contra el gobierno, contra la Corte Suprema, contra la
represión, contra algunas empresas, etc., mediante manifestaciones y formas
de acción directa. Algo digno de destacar es que, hacia el mes de junio, las
Asambleas protagonizaron una ola de tomas de edificios. Muchas Asambleas
ocuparon ilegalmente edificios abandonados para establecer allí centros
culturales, comedores, e incluso existe el caso de una Asamblea que
"recuperó" un Hospital abandonado y lo puso nuevamente en funcionamiento con
la ayuda de profesionales voluntarios. Nuestra Asamblea tomó un edificio de
3 pisos, que era propiedad de un banco quebrado. La vinculación de las
Asambleas con los demás movimientos sociales en muy estrecha: las acciones
de solidaridad (expresadas en uno de nuestros slogans favoritos, "Si tocan a
uno, nos tocan a todos") son permanentes, y consumen una gran parte de
nuestra energía. En este momento el movimiento de las Asambleas está
organizándose para hacer un boycott activo a las próximas elecciones. Mi
propia Asamblea, por ejemplo, planea impulsar una acción de desobediencia
civil masiva.

En general, todas las Asambleas comparten hoy ideas de izquierda, o por lo
menos progresistas. Mi Asamblea en particular es mayoritariamente
anti-capitalista, y muchas otras también lo son.

Muchos esperaban que las Asambleas fueran un fenómeno pasajero, incluso yo
mismo. Pero más de un año después todavía estamos allí. Bajó un poco la
participación de la gente, pero la gran mayoría de las Asambleas sigue
trabajando muy intensamente. El tamaño de las Asambleas oscila hoy entre
unas 70/80 personas las más grandes, a unos 15/20 las más chicas. Un informa
reciente de un periódico dice que hoy hay más de 220 Asambleas funcionando
en todo el país.

Balance de un año

Mi balance personal de un año de intenso trabajo con mi Asamblea es
enormemente positivo: siento que me cambió la vida para siempre. Como
movimiento, hemos atravesado un proceso de aprendizaje político formidable.
Todavía recuerdo muy vivamente cómo nos costaba al principio algo tan simple
como escucharnos mutuamente. Incluso llegaba a haber forcejeos por el uso
del megáfono: pocos tenían la paciencia como para esperar su turno para
hablar. Del mismo modo, para muchos vecinos las Asambleas fueron su primera
experiencia política. Es conmovedor ver cómo muchos de estos vecinos
adquirieron hoy una formidable experiencia, y se sienten con la confianza
suficiente como para debatir sobre cualquier tema, de igual a igual con
militantes de años.

Pero quizás lo más importante de las Asambleas es que, a pesar de que somos
una minoría ínfima de la población, estamos ayudando a instalar una nueva
cultura política en Argentina, y a "desaprender" la cultura política en la
que fuimos criados.

Por ejemplo, hace un año nadie hablaba de "Horizontalidad", una palabra que
hoy es fundamental en el vocabulario político. Los vecinos de las Asambleas
defienden esta forma de organización, sin dirigentes ni dirigidos, como si
fuera su tesoro más preciado.

Creo que también estamos protagonizando un éxodo respecto de la política
representativa y del Estado, inédito en nuestro país. Nos "escapamos" del
Estado, desertamos de la política electoralista, e intentamos construir al
margen de, y en antagonismo con el Estado. Un buen ejemplo es el del
verdadero centro social autónomo que puso en funcionamiento nuestra Asamblea
en el edificio que ocupamos en el corazón de la ciudad. En ese lugar
construimos relaciones sociales de nuevo tipo, que no están basadas en las
reglas del mercado, ni en las del Estado. Construimos allí todos los días un
pequeño mundo regido por nuestras propias reglas, basado en la igualdad, la
libertad, y la solidaridad. Pero por supuesto, abrir tales espacios de
autonomía siempre significa asumir una posición de antagonismo respecto del
Estado y de los poderosos. No es posible tan sólo "escaparse" y refugiarse
cómodamente en estos espacios, porque constituimos, por nuestra misma
existencia autónoma, una amenaza que el poder no puede permitir. Los
poderosos dependen de nosotros, viven de nuestro trabajo y de nuestra
creatividad, y es por ello que no pueden permitirnos que vivamos
autónomemente, que establezcamos nuestros propios espacios con nuestras
propias reglas. Nosotros no los necesitamos a ellos, pero ellos sí a
nosotros, y eso hace que el antagonismo sea algo inevitable, incluso si no
lo buscamos abiertamente nosotros. Para volver al ejemplo de nuestra
Asamblea, poco más de un mes luego de que ocupamos el edificio la policía
allanó el lugar, identificó a 9 compañeros, y ahora nos están realizando un
juicio por "usurpación". El querellante es el Banco Comafi, al que
investigaciones del Congreso y periodísticas vinculan con el lavado de
dinero, la "mafia del oro", y la corrupción de funcionarios públicos. Se
dice que su verdadero dueño es Emilio Massera, uno de los principales jefes
de la última dictadura militar.

La lucha de la Asamblea contra el coloso de la corrupción me resulta un
símbolo poderoso de la resistencia de los oprimidos de nuestro país contra
la agresión del capitalismo. En la figura del Comafi se concentra la
explotación económica, la especulación financiera, la corrupción, y el
terrorismo de Estado, los mayores flagelos de nuestro país en las últimas
décadas.

Otro cambio importante que estamos protagonizando es un constante y
apasionante proceso de negociacion de diferencias, que es propio de la
multiplicidad que nos caracteriza. El encuentro horizontal entre iguales nos
obliga a escucharnos y a reconocernos mutuamente, a reconocer la validez de
los puntos de vista y las necesidades de los demás. Nadie en la Asamblea
puede pretender que tiene LA verdad, o que conoce más que los demás el
camino adecuado. Las Asambleas no funcionan si se parte de la premisa de que
hay que anular al otro, o unificar criterios a costa de anular nuestras
diferencias. Por el contrario, en la convivencia cotidiana sufrimos un
proceso de "contaminación" recíproca. Quisiera ofrecerles dos ejemplos de
esta negociación de diferencias que sucede todos los días en la Asamblea. El
primero es el de un debate que tuvimos en las primeras semanas de
existencia, relativo a nuestra propia identidad como Asambleístas. "Tenemos
que estar unidos; somos todos argentinos, eso es lo importante", repetía
Claudia, una vecina, de las que no tenía un pasado político. "Eso no es lo
que importa", le respondían algunos vecinos de partidos de izquierda: "Lo
principal es saber si estamos o no del lado de los trabajadores". El debate
se puso álgido, y Claudio intervino: "Nuestro vecino Francisco, que acaba de
hablar muy bien, es Uruguayo ¿Eso lo hace menos asambleísta?." Ese día
supimos que nos unía mucho más que una nacionalidad. Recuerdo otra historia
de contaminación recíproca, el día que organizamos un encuentro con
colectivos gay-lésbicos. Después de dos horas de intercambio, Raúl se paró
emocionado y dijo: "Tengo 75 años y mi educación es de otros tiempos; pero
hoy me dí cuenta de que estos chicos también son personas, y que no merecen
que los discriminemos". Rodrigo, de 19 años y miembro de uno de los grupos
gay que nos visitaban, vivía casualmente en nuestro barrio. Desde ese día
comenzó a participar en la Asamblea.

Después de un año de trabajo en mi Asamblea, creo que la política
Asamblearia es la que mejor se adapta a la multiplicidad que caracteriza a
las sociedades actuales; es el espacio donde la multiplicidad puede
expandirse y potenciar más nuestras luchas. Las Asambleas son espacios de
encuentro, y su funcionamiento puede ayudarnos a articular diferencias sin
necesidad de homogeneizarnos. Esto es radicalmente diferente a la política
de la izquierda tradicional, para la cual la multiplicidad es más que nada
un obstáculo a superar. La política de la izquierda tradicional siempre
intenta homogeneizar, unificar, y centralizar, dotar al movimiento social de
"una voz", "un programa" y "un partido". En las Asambleas, por el contrario,
la pluralidad de voces si potencia mutuamente.

Y esto me lleva a otro de los cambios importantes que creo que las Asambleas
están produciendo en la cultura política. En las Asambleas estamos
construyendo un mundo distinto a través de nuestras prácticas. Muchas veces
nos critican la falta de un "programa" o "contenido" político, o de una
"dirección" clara. Al principio los partidos de izquierda nos "bajaban"
programas extensos, y nos pedían que los votemos, y sin saber bien por qué
nos negábamos. Creo que recién ahora estamos entendiendo que las Asambleas
sí tienen un "programa" propio, aunque no se expresa como tal. El programa,
la dirección, el contenido de las Asambleas está en su forma. En su forma de
funcionamiento horizontal, en la toma de decisiones autónomas, las Asambleas
son una prefiguración del mundo que queremos contruir. No buscan un mundo
nuevo: SON un mundo nuevo. El "programa" de las Asambleas es crear un mundo
a su imagen y semejanza, un mundo asambleario, donde cada uno tenga la
posibilidad de encontrarse con sus iguales, decidir cómo quiere vivir, y ser
protagonista de su propia vida. Construir y multiplicar los espacios de
autonomía, es decir, espacios donde podamos vivir de acuerdo a nuestras
propias reglas: ese el el "programa" implícito de las Asambleas. Y para ello
no necesitamos "esperar" ninguna Revolución: la revolución está en lo que
hacemos todos los días.

Problemas y debilidades del movimiento Asambleario

A pesar de los logros y los alcances de las Asambleas, los problemas también
están presentes. Por ejemplo, la convivencia con los partidos políticos ha
sido y es un tema muy dificil. En las Asambleas los partidos de izquierda
han desempeñado un rol ambiguo: por un lado los militantes han participado y
trabajado intensamente en las asambleas, pero por otro lado han entorpecido
e impedido su crecimiento de varias maneras. Una forma bastante frecuente ha
sido la manipulación lisa y llana, es decir, usar a las Asambleas para
acumular políticamente para sus partidos, incluso apelando a la mentira.
Pero incluso los militantes honestos, que los hay y son muchos, a veces sin
buscarlo también han perjudicado a las asambleas, porque con frecuencia
interrumpen el proceso del escucharse, que es el corazón de la Asamblea.
Interrumpen el proceso de negociacion de diferencias, justamente porque
creen que tienen "el programa" o la "verdad" del "camino revolucionario". No
necesitan negociar con nadie, ni reconocer a nadie, sino sólo convencer,
reclutar para la causa. Si me servís sos amigo, si no sos enemigo y te tengo
que echar. Esa actitud, que muchas veces se manifiesta en hostilidades
permanentes, alejó a muchos vecinos de las Asambleas. A veces también los
partidos han intentado directa o indirectamente privarnos de la posibilidad
de tomar nuestras propias decisiones políticas. Con frecuencia consideran a
las Asambleas como un mero "Frente de masas" en el que los vecinos hacen sus
primeras armas en la política, pero suponen que luego los "mejores" de esos
vecinos deberán incorporarse a los Partidos, que son los únicos encargados
de establecer una "dirección política". Todo esto crea un permanente clima
interno de sospecha y hostilidad entre nosotros, que resulta muy
desgastante. Varias Asambleas han salido de esta situación de dos maneras:
algunas han decidido no aceptar a militantes de partidos en sus reuniones,
mientras que otras han sido completamente hegemonizadas por un partido. En
el caso de mi Asamblea, vecinos independientes coexisten con vecinos de más
de 5 partidos diferentes, aunque es una convivencia que está lejos de ser
fácil.

Otra debilidad del movimiento de las Asambleas es que no ha encontrado una
manera efectiva de coordinar acciones. Pero quisiera retomar este problema
en la próxima presentación. Para terminar la presentación del día de hoy,
quisiera decir, como hipótesis, que creo que el movimiento de las Asambleas
forma parte de un nuevo ciclo global de las luchas emancipatorias. Creo que
las Asambleas comparten muchas de las características que tienen otros
nuevos movimientos que están apareciendo en todo el mundo, basados según
creo en la Multiplicidad, la Autonomía, la Horizontalidad y el énfasis en
las tácticas de Acción Directa.




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Segunda Presentación: La coordinación de las Asambleas como experiencia para
el "movimiento de movimientos"

Existe un proyecto que ha surgido del Foro Social Mundial este año, de
construir una "Red Mundial de Movimientos Sociales". La CUT y otras
organizaciones brasileras ya se han propuesto para integrar su primer
Secretariado. La idea, como dice el documento que circula, es lograr "una
articulación más permanente" entre los movimientos sociales a nivel global.
Por supuesto, nadie podría negarse a esto, y creo que lograr tal
articulacipon es fundamental para el avance del "movimiento de movimientos".
Sin embargo, estoy totalmente en desacuerdo con la forma en que se está
encarando el asunto. Y creo que el fracaso de la coordinación de Asambleas
en Argentina puede ofrecer claves de por qué es una mala idea.

Comienzo por comentar brevemente la experiencia de coordinación del
movimiento de Asambleas. Apenas empezaron a surgir las Asambleas, a
principios de enero de 2002, se creó la llamada "Asamblea Interbarrial", una
especie de "Asamblea de Asambleas" que funcionaba en un parque una vez por
semana, y que se suponía serviría para coordinar el trabajo de todas las
Asambleas de la ciudad. La Interbarrial llegó a tener 150 asambleas
participantes. Poco tiempo después se convocó incluso a una Asamblea
Interbarrial Nacional, que se suponía representaba a todo el movimiento en
todo el país. ¿Quién debatió cómo debía ser la coordinación de asambleas?
¿Quién llamó a la primera reunión de la Interbarrial? No tengo idea, y
tampoco es lo importante. Algunos dicen que fue una "ayudita" que nos dieron
los partidos, pero francamente no sé si fue así. Lo que sí está claro es que
no surgió naturalmente de un debate interno de las asambleas. Sucedió
demasiado rápido como para que alguien haya tenido tiempo de pensar
seriamente en la cuestión, consultar con los vecinos, con otras asambleas,
consensuar, etc. Mientras la Interbarrial votaba un verdadero programa de
gobierno, de casi 100 puntos, muchos de los vecinos de mi Asamblea todavía
estaban en la etapa de catarsis, contándose mutuamente los problemas que
tenían, y aprendiendo a escucharse. Nuestra Asamblea nunca llegó siquiera a
debatir ese programa, y sé que la enorme mayoría de las Asambleas tampoco lo
hicieron: sencillamente, eran demasiados puntos.

Para muchos, pronto empezó a ser evidente que en las decisiones de la
Interbarrial tenían mucha injerencia los partidos políticos. Por eso, a
partir de mayo, cada vez más Asambleas empezaron a abandonar la
Interbarrial, hartos de las manipulaciones partidarias, en particular las
del Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (ambos
trotskistas) y el Partido Comunista. Algunas Asambleas lo hicieron
silenciosamente, otras enviaron comunicados; fue un verdadero éxodo, una
fuga. Hacia fines de año sólo 5 Asambleas seguían participando de la
Interbarrial.

Creo que la experiencia de la Interbarrial fracasó porque estaba pensada a
partir de una política centralista y uniformizadora, contraria a los
principios de las Asambleas, aunque típica de los partidos de la izquierda
jerárquica. Creo que la idea subyacente en la creación de la Interbarrial
era que, una vez que las Asambleas tuvieran un espacio centralizado capaz de
reprentar a todo el movimiento asambleario, tendrían una "voz" unificada, y
un centro autorizado a hablar en nombre de todas las Asambleas. A través de
ese centro, las Asambleas definirían un "programa" político, y podrían
entonces coordinarse con los demás sectores (piqueteros, partidos,
sindicatos, etc.), que también deberían tener una voz y un programa. La
política que está detrás de esta concepción, imagina que entonces todo el
movimiento social elegiría el mejor "programa", junto con el mejor
"instrumento" para llevarlo a cabo: el partido X.

Mi hipótesis es que, aún sin saberlo, las Asambleas rechazan este tipo de
política. Las Asambleas se han negado a delegar su poder, ya que no creen en
la política representativa. También se niegan a uniformizar las voces e
ideas de los asambleístas que las componen, porque es precisamente la
multiplicidad lo que potencia su trabajo, y lo que les permite tomar
decisiones a su medida. Y las Asambleas prefieren la acción descentralizada
antes que las instituciones centrales y fijas. No necesitan tener una sola
voz, ya que tienen cientos de voces, ni un "programa" cerrado para cambiar
el mundo, ya que cambian el mundo a través de su funcionamiento cotidiano.

Pero por supuesto, esto deja el problema de la coordinación de acciones sin
resolver. Y se trata de un problema crucial, para el que es fundamental
encontrar respuestas.

Las estructuras de coordinación en red

En paralelo al fracaso de la Interbarrial, sin darnos cuenta, y mientras nos
escapábamos de las formas de coordinación centralistas, uniformizadoras y
jerárquicas, hemos ido construyendo una estructura de coordinación
diferente, en red. Por supuesto, esta red todavía es muy tenue, y queda
mucho por hacer para que funcione más aceitadamente. Pero creo que es la
coordinación en red la que corresponde a organizaciones asamblearias,
autónomas, y horizontales: nos organizamos en Asamblea si estamos cerca, y
en red si estamos lejos o somos muchos, esa es mi hipótesis.

Pero antes de avanzar conviene aclarar un poco más qué son las redes.

Existen dos enemigos de la autonomía y la horizontalidad: los grandes
números y las grandes distancias. Es muy difícil mantener una dinámica
asamblearia efectiva si participan cientos de personas, o si éstas no viven
lo suficientemente cerca como para reunirse regularmente. Siempre que ese es
el caso, surge alguien que propone jerarquizar y centralizar la conducción
del movimiento, es decir, abandonar la horizontalidad para ganar en
efectividad. Para solucionar este dilema, los movimientos sociales
horizontales están desarrollándose en todo el mundo en estructuras de
coordinación y organización en red. Una red es una trama de vínculos
voluntarios y laxos entre personas u rganizaciones autónomas. Como dijo el
Subcomandante Marcos: "Una red no tiene centro rector ni decisorio, no tiene
mando central ni jerarquías. La red somos todos los que hablamos y
escuchamos" Una red habitualmente se establece cuando los grupos
participantes (o "nodos") encuentran que tienen algún interés en común, y
que pueden intercambiar información o recursos, y actuar coordinadamente.
Los nodos pueden debatir a la distancia, y llegar a consensos que les
permitan tomar decisiones unificadas. Pero esto no implica que cada uno
pierda o delegue su capacidad de decidir por sí mismo: la horizontalidad y
la autonomía se mantienen. A diferencia de las redes, las organizaciones
jerárquicas y centralizadas típicas de la izquierda tradicional se parecen a
la estructura de los árboles: un "tronco central" único, del que salen
"ramas principales", de las que, a su vez, salen "ramas menores". La
organización en red tiene una serie de ventajas respecto de las estructuras
tipo "árbol". Una de las más importantes es que las redes permiten una
comunicación más libre y fluida, ya que cada nodo puede establecer vínculos
"horizontales" con cualquier otro a voluntad. Por el contrario, las ramas de
un árbol sólo pueden comunicarse "verticalmente" entre sí pasando primero
por el tronco. Y si, por ejemplo, el centro de decisiones y comunicaciones
de un partido o cualquier otra forma de coordinación centralizada decide
"bloquear" una propuesta de un comité regional, o simplemente falla, el
flujo de la comunicación se interrumpe.

Las redes también facilitan la creatividad y la innovación. Cada nodo tiene
la autonomía para explorar e inventar localmente nuevos caminos. Es probable
que, entre miles de nodos, alguno se tropiece cada tanto con un gran
hallazgo, incluso por casualidad. Si un "descubrimiento" es útil, muchos
otros puntos de la red pueden aprovecharlo, adaptarlo, y transformarlo en
una innovación global. Nadie puede prever cómo actuará una red en cada
momento,y esa es una de sus grandes virtudes. Las estructuras centralizadas
desincentivan la creatividad y las innovaciones locales, que siempre se
espera que vengan "de arriba".

Las redes también son más sensibles a las realidades y necesidades locales o
específicas, que cada nodo conoce (y puede transmitir) mucho mejor que
cualquier "comité central". Por ejemplo, las autoridades de un Partido
pueden decidir que no quieren establecer contactos con otro grupo político.
Pero quizás en alguna región, por motivos particulares, tales relaciones
sean indispensables. En ese caso, un nodo no dudaría en entrar en red,
mientras que la "rama" de un árbol debe esperar que el "tronco" comprenda y
apruebe el vínculo. Las estructuras en red facilitan el establecimiento de
alianzas puntuales, flexibles y pluralistas. Pero además, al contrario de lo
que suele pensarse, las estructuras centralizadas y jerárquicas son mucho
más vulnerables que las redes. Decían Félix Guattari y Gilles Deleuze que,
como cada nodo de una red puede funcionar como un todo autónomo, la red
puede seguir en pié incluso si una o varias partes fueran destruidas. Dado
que ningún nodo es indispensable para que los otros puedan seguir
vinculándose entre sí, es muy difícil destruir la red completa. Esto es lo
que ellos llamaron una "estructura rizomática". Por el contrario, una
estructura tipo "árbol" entra toda ella en colapso si el centro falla o es
destruido. Esto vale no sólo para el caso de un "ataque", sino sobre todo
para los numerosos casos en que un dirigente toma decisiones equivocadas, se
corrompe, o decide "negociar" a espaldas de sus representados. Los anales de
las organizaciones sindicales y de izquierda están llenos de historias de
"burocratización", "errores trágicos", o "traiciones" de dirigentes, que han
comprometido a movimientos enteros. Para los movimientos asamblearios y
horizontales, sencillamente no hay necesidad de que la suerte de toda una
lucha quede en manos de un "centro", un puñado de personas que puede
fácilmente equivocarse, corromperse, o ser destruido.

Otra diferencia entre las redes y las estructuras jerárquicas y
centralizadas, como dice mi amigo Franco Ingrassia, es la forma en que
crecen. Los partidos políticos, por ejemplo, crecen por "acumulación",
tratando de sumar cada vez más adherentes, militantes y recursos. Las
estructuras en red se comportan como la vida, que se expande creando cada
vez más y nuevos organismos autónomos. Como las células, las redes crecen
por "multiplicación", no tanto aumentando el número de personas y la
cantidad de recursos de un grupo en particular, sino impulsando la creación
de nuevos nodos. Cuanto más nodos hay, y más variados son, la red es más
fuerte. No hay nada mejor para un asambleísta que ver nuevas Asambleas
surgiendo en cada esquina.

Este tipo de crecimiento por multiplicación facilita el establecimiento de
relaciones de cooperación y solidaridad, ya que ningún nodo tiene por qué
recelar de la creación de otro nodo, mientras que la mayor "acumulación" de
un partido siempre es percibida por los otros como una amenaza. En parte es
por eso que las organizaciones asamblearias suelen no exigir pertenencia
exclusiva a sus miembros. Cada persona puede elegir participar en uno o más
colectivos, sin que esto constituya un problema. Pero nadie puede estar
afiliado a dos partidos al mismo tiempo.

Alguien podría preguntarse "Muy bien, tenemos redes de contactos y
comunicación informales y voluntarios ¿Pero cómo hacemos para coordinar
acciones de gran escala, donde participen muchos de los grupos de la red,
sin una jerarquía que decida?" Preferir las etructuras en red no quiere
decir que nunca deban utilizarse estructuras con algún grado de
centralización. Éstas pueden ser necesarias o convenientes para algún caso
puntual. Lo importante es no subordinar las redes a ningún centro o
autoridad permanentes.

La experiencia del Piquete Urbano

Quisiera ofrecer un ejemplo de algo pequeño, no pretendo que sea tomado como
un modelo, pero quizás ayude a pensar. Mi Asamblea colaboró a organizar una
experiencia política de coordinación en red, que se llamó el PIQUETE URBANO
(PU). El PU fue una acción directa de bloqueo del Banco Central y la Bolsa
de Valores de Buenos Aires, que realizamos junto a más de 40 grupos
diferentes el 19 de diciembre. La idea surgió inicialmente en nuestra
Asamblea. Lanzamos un llamado a la acción a la red de contactos que habíamos
estado construyendo durante todo el año. Superando nuestras expectativas,
decenas de grupos acudieron al llamado, y durante dos meses organizamos la
acción en forma completamente horizontal. En la organización participaron
más de 40 grupos, no sólo Asambleas, sino también organizaciones piqueteras,
sindicatos combativos, partidos políticos, colectivos de arte, grupos
gay/lésbicos, organizaciones de ahorristas, colectivos de resistencia
global, estudiantes, grupos ambientalistas, y asociaciones de derechos
humanos. No existe en nuestro país ningún antecedente (al menos que yo
recuerde) que muestre tal heterogeneidad de grupos trabajando juntos.
Después de realizada la acción, el espacio del PU se autodisolvió. Quedó sin
embargo, un vínculo entre las organizaciones participantes, una confianza
mutua forjada. Y de hecho varias piensan armar otra convocatoria similar,
para organizar el Boycott a las elecciones.

Creo que el ejemplo del Piquete Urbano puede resultar de utilidad, ya que
permitió coordinar a un número importante de grupos extremadamente diversos,
y realizar una acción relativamente complicada de forma efectiva, y en poco
tiempo. El ejemplo del PU muestra el momento en que las redes que nos venían
comunicando, vinculando y coordinando en pequeña escala, se materializaron
en un agrupamiento, un foco de convergencia temporario para realizar una
acción específica. El PU es un ejemplo de cómo pueden converger un número
importante de "nodos" de la red en la formación de una coalición para
realizar una tarea puntual. La formación de coaliciones temporarias como la
del PU permite que la red múltiple y diversa cristalice en agrupamientos que
pueden ser un poco menos múltiples y diversos que el total de la red, y por
ello pueden llegar a definiciones más fuertes sobre tal o cual tema (por
ejemplo, que es prioritario atacar al poder económico). De este modo, se
combina la extrema multiplicidad de las redes, con la formación de espacios
temporarios un poco más "uniformes", en los que haya coincidencias más
fuertes. Cumplida su función específica, la coalición se disuelve -como
sucedió con el PU-- y cada uno vuelve a la "vida cotidiana" de las redes,
hasta el momento en que sea necesario armar otra coalición, quizás con los
mismos grupos, o tal vez con otros, para resolver otro tema u organizar otra
acción.

Así, el PU construyó una instancia de coordinación para que sirviera para un
propósito concreto. Es decir, el "órgano" se adaptó a la tarea. Por el
contrario, las estructuras centrales, fijas y representativas como lo era la
Interbarrial hacen el camino inverso: primero existe la estructura, y luego
vemos para qué la usamos. El problema es que, entonces, se da lugar a la
lucha por el control de la institución u organismo: todos quieren
controlarlo para utilizarlo para las tareas que cada uno quiere. Una
hipótesis pensable es, entonces, que a las organizaciones autónomas y
horizontales no les conviene agruparse porque sí, siguiendo el imperativo
"deberás agruparte", para recién luego ver qué hacer. Conviene pensar
primero qué es lo que uno quiere hacer, y luego agruparse puntualmente con
los que piensan o sienten la misma necesidad. Y, sobre todo, adaptar el
"órgano" a la tarea.

Por supuesto, el propósito de estas reflexiones es contribuir a repensar la
cuestión de la coordinación de los movimientos sociales, y no prentenden ser
una "receta". Tampoco pretenden sobreestimar los alcances del PU, que fue
sólo una pequeña acción, un inicio que, sin embargo, puede ofrecernos claves
para resolver el problema de la "coordinación". Creo sí que el camino de la
coordinación efectiva de las organizaciones autónomas y horizontales pasa
por el fortalecimiento de las redes, y por explorar la manera de construir
coaliciones cada vez que sea necesario (o quizás incluso permanentes), pero
que no pretendan representar a la totalidad de un movimiento.

Idea de dotar de UNA voz a la red, transforma inevitablemente al centro
emisor de esa voz en un espacio de disputa: el que lo controla, se asegura
de que la única voz sea la suya. Las disputas por el poder terminan
destruyendo la coordinación. Eso es lo que sucedió en nuestro movimiento.

El proyecto del la "Red Mundial de Movimientos Sociales" del Foro Social
Mundial

Volviendo al proyecto de "Red Mundial de Movimientos Sociales", creo que el
FSM no tiene que crear una red de movimientos porque esa red ya existe: es
lo que hemos estado construyendo en los últimos seis o siete años. Por
supuesto que todavía no es lo suficientemente fuerte, pero hay que apostar a
colaborar con el fortalecimiento de lo que existe, antes que crear UNA red
institucionalizada y controlada por el FSM. Si el FSM intenta domesticar a
las redes existentes, dotarlas de un centro y una voz, creo que no va a
funcionar. Pero lo más grave es que creo que va a retrasar muchísimo el
proceso de fortalecimiento de las redes que ya existen. Se supone que las
redes no hablan sino a través de las voces múltiples de los nodos ¿Qué
sucede, por ejemplo, si un movimiento está en desacuerdo con lo que dice LA
red controlada por el FSM? ¿ Qué espacio le queda fuera de LA red, que
pretende ser única? Más que colaborar con una buena circulación dentro de la
red, creo que el proyecto del FSM, tal como está planteado, entorpecería y
bloquearía el contacto entre los movimientos.

Además, mis dudas respecto de este proyecto tienen que ver con el hecho de
que prácticamente ningún movimiento social ha tenido la posibilidad de
discutirlo. Más bien, parece ser una decisión que ya ha sido tomada por
algunas organizaciones en particular, que son las mismas que vienen
controlando el funcionamiento del FSM: ATTAC (especialmente la sección
francesa), el PT y la CUT de Brasil, y algunas ONGs. Y aquí es cuando mis
dudas se acrecientan: ¿Por qué los representantes de organizaciones que son
ellas mismas jerárquicas habrían de crear una forma de coordinación en red,
es decir, no- jerárquica ni centralista?

Tal como está planteado el proyecto, pareciera que se trata más bien de
crear una nueva Internacional --jerárquica, centralista y con aspiración a
representar a la totalidad del movimiento social, tal como las
Internacionales del pasado. En lo personal, no me molesta que los leninistas
o trotskistas sigan intentando fundar una Internacional, aún a pesar de los
numerosos fracasos del pasado. Lo que sí me perturbaría es que intenten
disfrazar la vieja política con las palabras, las creaciones, y el estilo de
los nuevos movimientos. Cualquiera tiene la libertad de intentar crear una
Internacional, pero sería irritante que quieran utilizar para ello al Foro
Social Mundial, y que usen la idea de "red" para crear algo que no es más
que una institución formal centralizada, es decir, lo contrario a una red.

Si verdaderamente se busca fortalecer la coordinación en red, creo que la
forma de hacerlo es a través de coaliciones puntuales, voluntarias y
flexibles, que permitan a cada nodo decidir con quiénes y cómo trabajar por
tal o cual tema. Las coaliciones, por definición, no buscan representar a la
totalidad de la red, ni a nadie: sólo representan a los que deciden
participar. Una coalición dura hasta que su tarea es cumplida, o mientras
los miembros deciden permanecer. No hay interés en luchar por el poder,
porque no es un espacio fijo ni permanente, ni puede reclamar el derecho a
emitir mensajes que representen a toda la red. Cualquiera puede convocar a
la formación de una coalición: si la tarea a cumplir realmente lo amerita,
lo más probable es que muchos nodos de la red respondan. La coalición no es
el centro de la red, sino sólo una cristalización momentánea, un momento en
que los contactos más informales de la red dan lugar a vínculos y acuerdos
más fuertes. Cumplida su misión, la coalición se disuelve en la vida
cotidiana de la red. Y por supuesto, cada nodo puede participar en varias
coaliciones al mismo tiempo, y la red puede admitir tantas coaliciones como
los nodos decidan crear.

Creo que esta forma de coordinación por coaliciones puntuales y temporales
es lo que permite articular movimientos heterogeneos sin buscar
homogeneizar, respetando la multiplicidad, que es lo más valioso que
tenemos.

Para terminar, creo que si el FSM quiere colaborar a la coordinación de los
movimientos a nivel global, cosa que es indispensable, lo mejor que puede
hacer es ayudar a que los propios movimientos puedan comunicarse mejor con
los demás. El FSM, por ejemplo, podría organizar la socialización de
recursos económicos y técnicos entre norte y sur. Por ejemplo, muchos de los
grupos piqueteros de base de nuestro país no tienen acceso a Internet (ni
computadoras, ni teléfonos, de hecho) ni tienen traductores que puedan
traducirle los mensajes que provienen de otros países. ¿Qué significa para
ellos una red internacional, incluso institucionalizada por el FSM, si ni
siquiera tendrían acceso a la información, y mucho menos a la toma de
decisiones? Concretamente, nada.

Si el FSM pudiera canalizar ayuda solidaria para garantizar una conexión
fluida a todos los grupos del Sur, y ayuda para comunicarse en otras
lenguas, y para viajar a encuentros internacionales, habría desempeñado una
gran función. Por el contrario, domesticar la red, hacer UNA red del FSM,
contribuiría a lo opuesto de lo que se pretende.
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Nello

change the world before the world changes you because  another world is
possible