Messico: Para las comunidades de Chiapas, la guerra no ha terminado: ONG



Censuran las recientes declaraciones de Fox sobre una supuesta paz en el
estado



HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

San Cayetano, Chis., 14 de noviembre. El campamento militar aparece impuesto
en el paisaje. No está integrado. Detrás de una maraña de cinta cortante y
amenazadora, varios soldados se parapetan tras una barricada en alto,
empuñan armas largas. Siendo ellos quienes sitian militarmente esta región
tzotzil entre los municipios autónomos San Andrés Sackamch'en y San Juan de
la Libertad, parecen ellos los sitiados.

Los indígenas de Pontehuitz, San Cayetano, San Antonio El Brillante,
Bayalemhó y otras comunidades, evitan caminar frente a la posición del
"Agrupamiento Proal" del Ejército federal. Le hacen un tenso vacío. La
posición militar se localiza a pocos kilómetros del Aguascalientes de
Oventic, que se ve desde aquí. En repetidas ocasiones, las comunidades en
rebeldía se han manifestado contra el campamento, asentado en un par de
predios sin consentimiento de las comunidades.

Dos "pintadas" que acaban de abandonar el campamento, intrusas también en un
paisaje de barrancas y montañas que parece tallado a mano por gigantes, se
hacen piojito sobre una banca en un cobertizo en medio de la nada, mientras
esperan transporte que la conduzca a Puerto Caté (otro puesto militar) y
quizás a Tuxtla Gutiérrez. Son la imagen misma del cansancio.

Se hace más densa la niebla. Llovizna. Desaparecen de la vista los pueblos
de Oventic y Bayalemhó, los soldados armados, los vehículos, dormitorios y
arsenales, las prostitutas, la línea blanca de la carretera. Todo. Con
frecuencia, en los Altos de Chiapas sólo la niebla parece real. Pero la
guerra está ahí, acecha.

Engañosa, la "inactividad" militar

"Para las comunidades indígenas la guerra nunca terminó", afirma el Centro
de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas (Capise), que
ha documentado la militarización y la paramilitarización recientes de la
zonas indígenas de Chiapas.

Por su parte, la Red de Defensores Comunitarios consideró "que no hay paz"
en las comunidades. "En la medida que no se han resuelto las demandas de los
pueblos, la aparente inactividad militar resulta engañosa". Según los
defensores comunitarios, "no se puede hablar de paz en tanto haya una
presencia militar que hostiga a las comunidades directamente, y además
protege las actividades de los grupos paramilitares, que no han dejado de
actuar".

Para Ernesto Ledesma, coordinador de Capise, "resulta penoso convertir la
vergüenza en una costumbre. Costumbre se ha vuelto escuchar discursos
fantasiosos del presidente Fox. Declarar que en sus casi dos años de
gobierno ha estado en paz con los zapatistas representa una
irresponsabilidad más. Resulta paradójico que en dos años de supuesta paz,
se haya presentado un reactivación de grupos armados y/o paramilitares en
regiones de influencia zapatista, que son también zonas fuertemente
militarizadas".

Para el coordinador de Capise, "es lamentable que en los discursos oficiales
y diplomáticos se hable de paz o de proceso de paz. La propuesta de repetir
una y otra vez el mismo discurso no cambió con el gobierno". Ledesma
considera que "esto presenta dos realidades paralelas".

La primera, "las denuncias hechas por los municipios autónomos, que
describen el acoso y hostigamiento cotidiano de miembros del Ejército
federal y de grupos paramilitares y/o armados". La segunda, el discurso
oficial "que niega tales acontecimientos. Para las comunidades indígenas la
guerra nunca terminó, (pues) padecen hostigamientos y asesinatos a manos de
los grupos paramilitares que cobija el Ejército federal".

Ledesma aventura algunas preguntas: "Si fuera cierto que hay paz, ¿para qué
la fuerte presencia militar? ¿Por qué en los últimos meses nos llegan
familias indígenas que manifiestan miedo de regresar a sus comunidades?
Existen unos Acuerdos de San Andrés incumplidos. ¿Paz? ¿Dónde?".

Los defensores comunitarios, aseguraron hoy que, a pesar de los discursos
del gobierno, "la situación en las comunidades es diferente, los militares
presionan y los grupos paramilitares siguen activos, nadie los desmembra".

La red señala que la desaparición, anunciada hoy, de la Unidad Especializada
de la PGR para investigar "probables" grupos armados, "confirma su
ineficacia, y garantiza impunidad a todos los grupos que la Unidad, en cinco
años de operación, no logró detectar".

La paz es un sueño distante

Una veloz pick up blindada de la Policía Federal Preventiva disminuye la
marcha frente al Aguascalientes II, en Oventic. Se trata de una de las
nuevas unidades, equipadas con armas de alto poder y cartuchos de gases, que
recientemente se echaron a rodar en la región. Un indígena, tras la valla al
pie de la carretera, comenta:

-Algo traen. Esos nunca pasan. Sólo vemos ahora la policía, y los soldados
vestidos de civil en carros sin placas.

Como si los hubiera invocado, minutos después brotan de la niebla los
"rambos" de la Policía del estado, llamada ahora Sectorial, y aminorando la
velocidad miran hacia el Aguascalientes, que no se ve. Por aquello de la
niebla.

Clavadas a una estaca, dos tablas de unos ochenta centímetros llevan pintado
un casco militar con manchones de camuflaje que sirve de maceta a una
floreciente mata de maíz cargada de mazorcas, muy parecida a las que
aparecen en los códices mayas. No se trata de una evidencia; es un sueño aún
distante.

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Nello

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