Messico: "Tradición pacifista y no intervencionista de México"



Dal giornale "Por Esto!" (http://www.poresto.net/),
articolo di Oswaldo Baqueiro López (25 settembre 2001).


Cuando los intereses mandan

En días recientes se ha escuchado diversas opiniones acerca
de la posición que debe asumir nuestro país, con cierta urgencia,
en relación con los terribles acontecimientos de Nueva York
y Washington que, por muy válidas razones, han conmovido
al mundo y han producido en el ánimo del pueblo norteamericano
sentimientos de cólera, dolor y venganza.

Hasta ahora, ciertamente, ha prevalecido la prudencia en acatamiento
a la tradición pacifista y no intervencionista de México, frente
a las declaraciones altisonantes y casi histéricas de quienes,
en su afán de mostrar una conveniente alianza o amistad
con los Estados Unidos, se han precipitado a exigir que tomemos,
sin ningún pudor, medidas que muestren que estamos hasta
donde es necesario estar, con la causa y con las acciones
que decida emprender el gobierno norteamericano.

Tenemos, por ejemplo, a quienes han reclamado al gobierno
del presidente Fox que no se haya declarado uno o más días
de duelo nacional, con la bandera a media asta, en homenaje
a las víctimas del golpe terrorista. Y tenemos también
las expresiones --no las únicas, por cierto--, de nuestro
Secretario de Relaciones Exteriores don Jorge Castañeda Gutman,
quien dijo en días pasados que no solamente tenían,
los Estados Unidos, todo el derecho a tomar represalias
sino también que no era el momento para que México
se pusiera "a regatear" su apoyo total.

Al parecer el tamaño y el alcance de las mencionadas "represalias",
que hoy tienen al mundo al borde de una guerra insensata
y de consecuencias impredecibles, es cosa de poca monta
y se deja al criterio del presidente Bush y de sus asesores,
entre ellos seguramente su señor padre, también de nombre George,
millonario texano, ex director de la tenebrosa CIA y ex presidente
de los Estados Unidos. Apuntemos, entre paréntesis, que resulta
una ironía de la historia que la dinastía Kennedy, con todo
el talento político, el dinero y la ambición necesarias, no pudo tener
dos Presidentes en la familia y en cambio el clan Bush lo ha logrado,
al llevar a la silla presidencial al joven George W. Bush, cuyas
limitaciones intelectuales habían sido --hasta el martes 11
de septiembre pasado--, fuente inagotable de chistes en la TV
estadounidense. Así va el mundo.

Por otra parte, el sentido de la expresión "regatear" utilizada
por el secretario Castañeda se aclara poco a poco, en parte
por subsecuentes declaraciones de tan alto funcionario y en parte
por otros datos y opiniones que fluyen en torno a este grave asunto.
En efecto, durante una entrevista radiofónica, Jorge Castañeda
explicó que, en este mundo ya globalizado, no funcionan muchos
de los conceptos tradicionales de política internacional, tales
como la soberanía de los Estados y la No Intervención fuera
de las normas del Derecho. Se refirió, diplomáticamente,
a cuestiones tales como los derechos humanos, la ecología,
el empleo, los asuntos de salud, género y otros en los que
la comunidad internacional está muy atenta a lo que sucede
en el mundo, aunque con resultados poco apreciables.

Depreciada la soberanía de los Estados por la globalización,
no dijo --o no quiso recordar--, que para los Estados fuertes
e imperialistas la soberanía de los demás siempre, no solamente
ahora, les ha valido como pepitas y cacahuates. Lo cual no quiere
decir que, en cada caso de los muchos en los que se ha atropellado
a algún país pobretón que se atrevió a salirse de las líneas marcadas,
no se haya buscado una justificación, un pretexto para la historia.
Se necesitaría un libro entero para referirse a los innumerables
casos de intervencionismo, armado, político y económico
que se han dado en los pueblos débiles durante solamente
los últimos doscientos años. Es terrible señalar que --con pocas
excepciones, como China y Japón--, los países que se podían
considerar como del "Tercer Mundo", hace dos siglos,
lo siguen siendo hoy en día: Hispanoamérica, Africa, gran parte
de Asia y el Cercano Oriente. ¿Y saben qué? La brecha se sigue
abriendo. Vale la pena reflexionar sobre la "globalización",
el neoliberalismo y el feroz darwinismo capitalista que se nos
ofrece, quizás con un toque de ironía, como la modernización
y el progreso que ha logrado, al fin, la cultura democrática occidental.

"Tenemos que pagar el precio por la actitud que queramos
tomar" --ha expresado el secretario Castañeda--. "Todo
tiene pérdidas y ganancias", agregó, en la entrevista antes mencionada.
Si nos distanciamos, pagaremos; si nos allegamos, o arrimamos,
posiblemente ganaremos. Tal vez con esa lógica "práctica" está,
ahora sí, regateando Paquistán con la condonación de su deuda
externa de treinta mil millones de dólares y otras bicocas,
a cambio de colaborar con los Estados Unidos para la invasión
de Afganistán. Quizá razonan: de todas maneras van a pasar
sobre nosotros con su fuerza y su furia. Bueno, pues al menos
que paguen algo.

Entonces, para una manera de ver las cosas, si se trata de precios
y de pérdidas o ganancias, no tiene caso tomar en cuenta ñoñeses
tales como la independencia, la soberanía, la autodeterminación
y otros tantos insultos a la inteligencia globalizante. Sobre todo
porque la voluntad, más bien la sentencia del nuevo César Imperator
es muy clara y terminante: "Estás conmigo, o estás contra mí".
No hay lugar, en esa manera de pensar, para disentir, dudar,
opinar, comentar o hacerse a un ladito. Así lo han entendido
gustosamente los ingleses --quizá debiera decir: el Gobierno
inglés de Tony Blair--, otro pueblo de alegres piratas,
que han evolucionado de leones a mastines, y que ya
se aprestan a ser la punta de lanza del ataque a los talibanes.

Muchos mexicanos creemos, sin embargo, que sí es posible
ser solidarios con el pueblo norteamericano en la tragedia
que todos rechazamos como un acto contra la humanidad;
inclusive es factible tomar medidas eficaces para tratar
de evitar las actividades del terrorismo dentro de nuestro territorio,
y colaborar con inteligencia e información --como seguramente
siempre se ha hecho, pero sin mayor empeño--, con la comunidad
internacional en una lucha legítima y legal contra el crimen.

Pero la guerra abierta contra pueblos y países, con todo
el poderío armado, logístico, aéreo, naval, terrestre, balístico
y tecnológico de los Estados Unidos es otra cosa.
Es una "Carta Blanca" para el genocidio la autorización
que el Congreso de los Estados Unidos le ha otorgado
al presidente George W. Bush. Es plenamente comprensible
que así haya sido. Que la nación norteamericana se haya unido
en torno a sus líderes y que apoye sin titubeos la retribución.
Pero es necesario también que con el paso de los días,
con la serenidad que pueda proporcionar la oración
a la que recurren con frecuencia, encuentren la grandeza
de reconocer que la justicia, por más implacable y dura
que sea, tiene que ser eso precisamente: justicia y no crimen.

Planteamos esto y con honestidad nos vemos obligados
a preguntarnos: ¿Seríamos nosotros los mexicanos capaces
de tal actitud justiciera, en caso de haber sido las víctimas,
de haber sufrido la pérdida de seres queridos por un acto
ciego y brutal? Posiblemente no. Pero entonces el resto
del mundo tendría que actuar con prudencia y sabiduría,
porque pudiera estar en juego el destino de la humanidad.

México, para bien o para mal, no tendría ni tiene la capacidad
para poner en peligro a la humanidad, en una guerra que
¡quién lo sabe! pudiera llegar a ser nuclear, o química, o
bacteriológica,
con un saldo increíble de consecuencias. Pero los Estados Unidos sí.
Y los terroristas, si logran arrastrar consigo al Islam, también.
¿Quién duda de que harán todo lo posible para que así sea?
Convertirán a sus activistas o combatientes, por más odiosos
que puedan parecer en Occidente, en mártires que se multiplicarán
por miles y podrían también, dadas las circunstancias,
transformar una cacería de criminales en una guerra religiosa,
que son las más difíciles de apaciguar, las más sangrientas y enconadas.

La historia nos demuestra que los Estados Unidos harán
lo que tengan que hacer, con el mundo, sin el mundo
o contra todo el mundo. Así de sencillo. El espíritu mesiánico
con el que han justificado su expansionismo y sus intervenciones
se sustenta en su autoimpuesta misión de democratizar el mundo
y hacerlo a su imagen y semejanza, con el pleno derecho
de actuar en dondequiera, derecho que, por supuesto,
no tiene nadie más.

Recordemos que en 1994, cuando el primer conflicto bélico
contra Irak, la embajadora de los EE.UU. ante las Naciones Unidas,
Madeleine Albright ilustró a un titubeante Consejo de Seguridad
que Estados Unidos seguiría actuando "de manera multilateral
cuando podamos, y unilateral cuando tengamos que hacerlo".
O como decía el Presidente George Bush (padre)
--y cito a Noam Chomsky--: Haga su juego como quiera,
pero en el mundo real "se hace lo que nosotros decimos":
What we say goes. Punto.

John Foster Dulles, secretario de Estado de los EE.UU.
en la Presidencia de Eisenhower 1953-1959, duro anticomunista,
estableció como doctrina política norteamericana
que los Estados Unidos tenían que prepararse militarmente
para la guerra, y que --¡frase famosa!-- esta nación
"no tiene amigos, solamente intereses". Fuerte expresión
del orgullo y la prepotencia yanqui que, cierta o falsa, ha recorrido
el mundo y no se han molestado en desmentirla o negarla.

México, país modesto pero orgulloso, también tiene intereses,
pero no para imponerlos al mundo sino para que nuestra gente
viva en paz y seguridad. Esa es la primera responsabilidad
del presidente Vicente Fox y del Congreso de la Unión,
sobre todo del Senado de la República, en esta hora
de grave responsabilidad para México y para la humanidad.
Que estén a la altura.