ARGENTINA:De las cacerolas al shopping



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Marcela Valente

BUENOS AIRES, dic (IPS) - Hace dos años, la familia Hernández de Argentina
pasó las vísperas de Navidad en las calles haciendo sonar cacerolas, entre
las multitudes que precipitaron la renuncia del presidente Fernando de la
Rúa (1999-2001). Este fin de semana estaban en un shopping, cargados de
bolsas con regalos.
Los movimientos de desempleados se quedaron solos para recordar aquellas
jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, en las que murieron 37 personas
en saqueos a supermercados y manifestaciones callejeras. Los sectores medios
no recuperaron el nivel de vida de los años 90, pero notan una clara mejora.

"Para nosotros las cosas mejoraron mucho", contó a IPS José Luis Hernández,
dueño de una pequeña fábrica de cajas de cartón. A fines de 2001 creyó que
iba a cerrar después de dos años de angustias, pero resistió y ahora se está
recuperando. Fue con la familia a hacer compras y proyecta unas breves
vacaciones para enero.

"El crédito todavía está prohibido, pero tengo esperanzas de que la
situación mejore el año que viene y pueda contratar a dos empleados más.
Porque trabajo tengo, pero no me animo a agrandarme", confesó. Su taller
tiene ocho empleados entre operarios, administrativos y vendedores. Tres son
parientes suyos.

El caso de los Hernández se repite con matices en otros pequeños
empresarios, y muchos comerciantes, profesionales y taxistas dicen que en
2001 pensaban en emigrar y ahora tienen tanto trabajo que no dan abasto,
sobre todo los que ofrecen servicios que se cotizaron con la devaluación del
peso en 2002.

Pablo Míguez desarrolla programas informáticos para procesos industriales.
La crisis del gobierno de De la Rúa, a quien había votado, lo empujó a
buscar alternativas en España y Alemania. "Tenía miedo de perder el trabajo,
de no tener plata (dinero) para comprar remedios para mis hijos o mi esposa"
, recuerda.

Mientras buscaba alguna oportunidad en el exterior, evaluaba distintos
presupuestos de empresas de mudanzas al exterior y practicaba el catalán y
el alemán, la economía argentina lo sorprendió con un aumento de la demanda
de sus servicios. El proyecto de salir del país con su esposa y sus dos
hijos quedó suspendido.

"Tengo tanto trabajo que me estoy volviendo loco. La empresa que me tiene
contratado acá me pide una dedicación casi total, pero ya les dije que si me
necesitan tanto me van a tener que poner en la plantilla, porque me llaman
de muchos lados de acá y de España", contó Míguez a IPS, sorprendido por la
nueva realidad.

Su esposa, Cecilia Lombardo, apoyaba la alternativa de emigrar. Su trabajo
en la enseñanza no podía compensar la caída de ingresos de él. Ahora ambos
decidieron arreglar la casa y comprar un departamento con los ahorros que
iban a utilizar para irse del país.

Este año, los negocios inmobiliarios aumentaron 33 por ciento en relación
con 2002.

El cambio fue tímido en algunos rubros y brusco en otros. Después de cuatro
años de caída en el producto interno bruto (PIB), 2003 va a finalizar con un
crecimiento promedio de casi ocho por ciento, más del doble de lo que había
pronosticado el propio ministro de Economía, Roberto Lavagna, hace 12 meses.

Eso contrasta con la caída de 11,1 por ciento del año anterior, y los
economistas de distintas tendencias coinciden en señalar que la recuperación
podría mantenerse en el mediano plazo. De hecho, para 2004 se pronostica un
crecimiento de por lo menos cinco por ciento.

Junto con la recuperación del PIB se estabilizó la cotización del dólar, en
torno a 2,95 pesos, y los precios se estabilizaron, con sólo 3,4 por ciento
de inflación acumulada en los primeros 11 meses de este año. El desempleo
aún es alto, pero bajó de 17,8 a 14,3 por ciento en un año.

El motor principal del despegue fue la devaluación de la moneda, una
decisión que al principio fue muy resistida tras 10 años de paridad forzosa
del peso y el dólar. "La devaluación fue el elemento clave para quebrar la
tendencia depresiva, fue el motor de la recuperación", aseguró a IPS el
economista Eduardo Curia.

La recesión había comenzado a manifestarse a fines de 1998 y luego se hizo
crónica. La falta de confianza de los inversores y ahorristas provocó en
2001 una crisis financiera que asestó el golpe de gracia a la gestión ya muy
errática de De la Rúa, quien debió renunciar en medio de un estallido
popular.

Ese año el PIB cayó 4,5 por ciento y se declaró el cese de pagos de la deuda
externa a los acreedores privados. Al comenzar 2002 asumió interinamente
Eduardo Duhalde y devaluó la moneda. El precio del dólar se estabilizó a
mediados de ese año en 3,5 pesos, mientras los precios subieron más de 40
por ciento, y la pobreza trepó a 54 por ciento de la población.

Nunca en Argentina había habido esa proporción de personas viviendo en la
pobreza. Los rostros del hambre, que comenzaron a frecuentar las calles y
los programas periodísticos de televisión, causaron un fuerte impacto en el
país y en el mundo.

A pesar que en el segundo semestre de 2002 la economía comenzó a arrojar
signos de recuperación, ese año cerró con una caída de 11,1 por ciento en el
producto. No obstante una amplia gama de empresarios de distintos sectores
productivos ya comenzaba a ver el futuro con más optimismo.

Las exportaciones de productos del campo y de petróleo empezaron a aumentar
fuertemente tras la mejora en los precios relativos y la recuperación de los
precios internacionales. Y los sectores industriales que estaban al borde
del cierre o ya quebrados se enfrentaron al urgente desafío de sustituir
importaciones.

Empresas de la construcción, textiles, de calzado, maquinarias, papel,
vidrio y acero volvieron a trabajar a 70 y 80 por ciento de su capacidad.
Muchas contrataron a personal suspendido, otras tomaron gente nueva, y en
algunos sectores hay demanda insatisfecha de trabajadores.

El empresario textil Aldo Karagozián comentó a IPS que en su sector había
950.000 empleos en 1993, y menos de 200.000 en 2001, pero actualmente hay
450.000 puestos de trabajo, y se esperan nuevos créditos para poder invertir
en tecnología y duplicar el empleo en cinco años.

Karagozián preside la Fundación Pro Tejer, que reúne a empresarios,
gremialistas y entidades educativas que forman técnicos para la industria.
La reactivación fue tan repentina luego de la devaluación que resolvieron "
becar" a estudiantes secundarios para que eligieran carreras vinculadas a la
industria.

Al principio se trataba de abastecer a un mercado interno muy restringido
por la crisis. Luego vino el reto de exportar a los socios del Mercosur
(Brasil, Paraguay y Uruguay) y a otros mercados más lejanos de América
Latina, Estados Unidos Europa y Asia.

Ahora ya se piensa en la forma de expandir el mercado doméstico en textiles
y otros sectores.

Pero actualmente la recuperación parece tender a hacerse más lenta.
Economistas de la Central de Trabajadores Argentinos consultados por IPS
aseguran que hasta ahora la reactivación está restringida a las empresas que
exportan y a las que producen para sectores de mayores ingresos.

Este esquema de crecimiento arroja como resultado un aumento en el producto
global pero no tiene un impacto proporcional en la creación de empleo, la
disminución de los niveles de pobreza o el acortamiento de la brecha que
separa a los sectores de mayores y menores ingresos.

Por eso, mientras se ve a los sectores medios volver lentamente a los
shoppings, los más pobres siguen limitándose a la supervivencia.

En el otro extremo, economistas vinculados con grandes empresas coinciden en
sostener que la marcha de la economía se hará más lenta a partir de 2005,
cuando se hagan más patentes las consecuencias de la escasez de crédito e
inversión, así como la falta de reformas estructurales impositivas y de la
seguridad social.

Esos economistas consideran además que la deuda externa pública, que se
ubica en torno a los 180.000 millones de dólares, también será una carga
sobre la economía. El gobierno propuso a los acreedores privados una quita
de 70 por ciento mientras se consolida la recuperación, pero hasta el
momento los acreedores rechazaron la idea.

Sea como fuere, para los argentinos que vivieron el infierno de la crisis de
2001 y soportaron sus efectos devastadores durante todo 2002, el futuro se
mide en días, y los que vienen ahora, después de la Navidad, resultan un
oasis que todos procuran aprovechar al máximo para recuperar en parte el
tiempo y la felicidad perdidas (FIN/2003)