[Centro de Información Zapatista] CHIAPAS: LA TRECEAVA ESTELA. Primera parte: UN CARACOL.



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CHIAPAS: LA TRECEAVA ESTELA.

Primera parte: UN CARACOL.

Madrugada en las montañas del sureste mexicano.

Despacio, con un lento pero constante movimiento, la luna deja que la
oscura sábana de la noche le resbale por el cuerpo y muestra al fin la
lúbrica desnudez de su luz. Se tiende entonces a lo largo del cielo con el
deseo de mirar y ser mirada, es decir, de tocar y ser tocada. Si algo hace
la luz es remarcar su opuesto, así que, abajo, una sombra ofrece a la nube
una mano mientras murmura:

"Ven conmigo, mira con tu corazón lo que mis ojos te muestran, camina en
mis pasos y sueña en mis brazos. Allá arriba las estrellas hacen un caracol
con la luna como origen y destino. Mira y escucha. Es ésta una tierra digna
y rebelde. Los hombres y mujeres que la viven son como muchos hombres y
mujeres del mundo. Caminemos entonces para mirarlos y escucharlos ahora,
cuando el tiempo titubea entre la noche y el día, cuando la madrugada es
reina y señora en estos suelos.

Cuidado con ese charco y el lodo. Mejor sigue la huella que, como en muchas
otras cosas, es la más sabedora. ¿Escuchas esas risas? Son de una pareja
que a esta hora repite el antiguo rito del amor. Él murmuró algo y ella
ríe, ríe como si cantara. Luego silencio, luego suspiros y gemidos
apagados. O tal vez fue al revés, primero los suspiros y gemidos, después
los murmullos y las risas. Pero sigamos adelante, porque el amor no
requiere de más testigos que las miradas trocadas en piel y, siendo luz de
sol sin importar la hora, también desnuda a las sombras.

Ven. Sentémonos un rato y déjame contarte. Estamos en tierras rebeldes.
Aquí viven y luchan ésos que se llaman "zapatistas". Y muy otros son estos
zapatistas... y a más de uno desesperan. En lugar de tejer su historia con
ejecuciones, muerte y destrucción, se empeñan en vivir. Y las vanguardias
del mundo se mesan los cabellos, porque en el "vencer o morir" estos
zapatista ni vencen ni se mueren, pero tampoco se rinden y aborrecen el
martirio tanto como la claudicación. Muy otros, es cierto. Y luego ése que
se dice que es su líder, el tal Sup Marcos, cuya imagen pública se acerca
más a la de Cantinflas y Pedro Infante, que a la de Emiliano Zapata y el
Ché Guevara. Y es inútil decir que así nadie los toma en serio, porque los

primeros en burlarse de ser muy otros son ellos mismos.

Son indígenas rebeldes. Rompen así con el esquema tradicional que, primero
de Europa y después de todos aquellos que visten el color del dinero, les

fue impuesto para mirar y ser mirados.

Así que no les acomodan ni la imagen "diabólica" de los sacrificadores de
humanos para malcontentar a los dioses, ni la del indígena menesteroso con
la mano tendida esperando la limosna o la caridad de quien todo tiene, ni
la del buen salvaje que es pervertido por la modernidad, ni la del infante
que divierte a los mayores con sus balbuceos, ni la del sumiso peón de
todas las haciendas que hieren la historia de México, ni la del hábil
artesano cuyo producto adornará las paredes de quien lo desprecia, ni la
del ignorante que no debe opinar sobre lo que está más allá del reducido
horizonte de su geografía, ni la del temeroso de dioses celestiales o terrenos.

Porque has de saber, azul reposo, que estos indígenas enojan hasta a
quienes simpatizan con su causa. Y es que no obedecen. Cuando se espera que
hablen, callan. Cuando se espera silencio, hablan. Cuando se espera que
dirijan, se ponen atrás. Cuando se espera qu e sigan atrás, agarran para
otro lado. Cuando se espera que sólo hablen ellos, se arancan hablando de
otras cosas. Cuando se espera que se conformen con su geografía, caminan el
mundo y sus luchas.

O sea que no tienen contento a nadie. Y parece no importarles mucho. Lo que
sí les importa es tener contento a su corazón, así que siguen los caminos
que él les marca. Así parece que están haciendo ahora. En todas partes hay
gente en los caminos. Van y vienen apenas cruzando los saludos de rigor.
Pasan largas horas en reuniones o asambleas o lo que sea. Entran con rostro
ceñudo y salen sonriendo con complicidad.

Mmh...

Como quiera que sea, es seguro que lo que vayan a hacer o a decir no les va
a gustar a muchos. Además, como dice el Sup, la especialidad de los
zapatistas es crear problemas y ya luego a ver quién los resuelve. Así que
de esas reuniones no cabe esperar más que problemas...

Tal vez podríamos adivinar de qué se trata si miramos con atención. Los
zapatistas son muy otros, no sé si ya te lo dije, así que imaginan cosas
antes de que esas cosas estén y piensan que, nombrándolas, esas cosas
empiezan a tener vida, a caminar... y sí, a da r problemas. Así que seguro
ya imaginaron algo y van a empezar a hacer como si ese algo ya existiera y
nadie va a entender nada hasta que pase un tiempo porque, en efecto, ya
nombradas, las cosas empiezan a tener cuerpo, vida y mañana.

Entonces podríamos buscar alguna pista... No, no sé dónde buscar... Creo
que su modo es mirar con los oídos y escuchar con la mirada. Si, ya sé que
suena complicado, pero ahora no se me ocurre otra cosa. Ven sigamos caminando.

Mira, allá el arroyo se hace un remolino y en su centro la luna titila su
danza deforme. Un remolino... o un caracol.

Dicen aquí que los más antiguos dicen que otros más anteriores dijeron que
los más primeros de estas tierras tenían aprecio por la figura del caracol.
Dicen que dicen que decían que el caracol representa el entrarse al
corazón, que así le decían los más primeros al conocimiento. Y dicen que
dicen que decían que el caracol también representa el salir del corazón
para andar el mundo, que así llamaron los primeros a la vida. Y no sólo,
dicen que dicen que decían que con el caracol se llamaba al colectivo para
que la pabra fuera de uno a otro y naciera el acuerdo. Y también dicen que
dicen que decían que el caracol era ayuda para que el oído escuchara
incluso la palabra más lejana. Eso dicen que dicen que decían . Yo no sé.
Yo camino contigo de la mano y te muestro lo que ve mi oído y escucha mi
mirada. Y veo y escucho un caracol, el "pu"y", como le dicen en lengua acá.

Ssh. Silencio, La madrugada ya deja su paso al día. Si, ya sé que aún está
oscuro, pero mira cómo las champas se van iluminando de a poco con la
lumbre en los fogones. Como ahora somos sombras en la sombra, nadie nos ve,
pero si nos vieran seguro nos convidarían un cafecito que, con este frío,
se agradece. Como se agradece el roce de tu mano en mi mano.

Mira, la luna ya se desliza a occidente, ocultando su embarazo de luz tras
la montaña. Es hora de marcharse, de cobijar el paso en la sombra de la
cueva, ahí donde se alivian el deseo y el cansancio con otro cansancio más
amable. Ven, ahí, con piel y palabras te susurraré "¡Y, ay, cómo quisiera

ser/una alegría entre todas,/una sola, la alegría con que te alegrarás
tú!/Un amor, un amor solo:/el amor del que tú te enamorases./Pero/no soy
más que lo que soy"/(Pedro Salinas. "La voz a ti debida"). Ahí ya no
miraremos, pero, en la duermevela del deseo anclado en buen puerto,
podremos escuchar la actividad que en estos días agita a estos zapatistas
que se empeñan en subvertir hasta el tiempo y levantan de nuevo, como si
una bandera fuera, otro calendario... el de la resistencia."

Se van sombra y luz. No se han fijado en que una champa ha mantenido su
tenue iluminación toda la noche. Ahora, adentro, un grupo de hombres y
mujeres comparten el café y el silencio, como antes compartieron la palabra.

Durante varias horas, estos seres de corazón moreno han trazado, con sus
ideas, un gran caracol. Partiendo de lo internacional, su mirada y su
pensamiento ha ido adentrándose, pasando sucesivamente por lo nacional, lo
regional y lo local, hasta llegar a lo que ellos llaman "El Votán. El
guardian y corazón del pueblo", los pueblos zapatistas. Así desde la curva
más externa del caracol se piensan palabras como "globalización", "guerra
de dominación", "resistencia", "economía", "ciudad", "campo", "situación
política", y otras que el borrador va eliminando después de la pregunta de
rigor "¿Está claro o hay pregunta?". Al final del camino de fuera hacia
dentro, en el centro del caracol, sólo quedan unas siglas: "EZLN". Después
hay propuestas y se dibujan, en el pensamiento y en el corazón, ventanas y
puertas que sólo ellos ven (entre otras cosas, porque aún no existen). La
palabra dispar y dispersa empieza a hacer camino común y colectivo. Alguien
pregunta ¿ "Hay acuerdo? "Hay", responde afirmando la voz ya colectiva. De
nuevo se traza el caracol, pero ahora en camino inverso, de dentro hacia
fuera. El borrador sigue también el camino inverso hasta que solo queda,
llenando el viejo pizarrón, una frase que para muchos es delirio, pero para
estos hombres y mujeres es una razón de lucha: "un mundo donde quepan
muchos mundos". Más despuecito, una decisión se toma.

Ahora es el silencio y la espera. Una sombra sale a la lluvia nocturna. Un
chispazo de luz apenas le ilumina la mirada. De nuevo en la oscuridad
asciende el humo de sus labios. Con las manos tras la espalda empieza un ir
y venir sin destino. Hace unos minutos, allá adentro, una muerte se ha
decidido...

(Continuará...)


Desde las montañas del Sureste Mexicano.


Subcomandante Insurgente Marcos
México, julio del 2003.