Argentina: Las Madres de Plaza de Mayo cumplen 26 años



Soplando las velitas de la rebeldía
Claudia Korol
Red Informativa de Mujeres de Argentina (R.I.M.A.)
30 de abril. Llueve sobre la Plaza de Mayo. Las madres dejan marcas en la
tierra. El agua corre. El mismo agua que inunda las casas de los más
humildes. El agua que cae del cielo como lágrimas. Llora la Plaza de Mayo.
Lloran las palomas humedecidas en sus alas, que sin embargo no dejan de
volar. Las madres inundan con sus pasos la memoria de la dignidad. Las
madres no lloran la memoria. La incendian con un fuego que no puede apagar
todo el agua del mundo.

Paso tras paso caminan las madres el espacio que va desde el dolor a la
esperanza, desde la desesperación a la rebeldía, desde el cansancio a la
paciencia inagotable, desde el miedo al coraje, desde la obediencia debida a
la locura. Paso tras paso. Año tras año.

26 veces el mundo completó su rotación alrededor del sol. Y en cada rotación
mundial las madres rotaron sobre sí mismas.

26 revoluciones hicieron las madres desde aquel 30 de abril de 1977 en que
comenzaron a reconocerse. La revolución de caminar a pesar del miedo. La
revolución del pañal vuelto pañuelo. La revolución de recuperar la plaza en
dictadura. La revolución de no entregar la plaza en democracia. La
revolución de la mujer contra las balas. La revolución de "ni un paso
atrás". La revolución de "aparición con vida". La revolución de la
socialización de la maternidad. La revolución de la vida sin precio. La
revolución de "somos todas piqueteras". La revolución del compromiso de
clase con los obreros sin patrones. La revolución del cuerpo como
resistencia y como pedagogía. La revolución de sembrar la semilla junto a
los Sin Tierra, y abonar la memoria junto a los zapatistas, de desafiar al
imperialismo junto a la Revolución Cubana y de defender la vida y la
dignidad junto a las madres irakíes. La revolución de renacer desde el
vientre de sus hijos e hijas. La revolución de "la única lucha que se pierde
es la que se abandona". La revolución de salir de la cocina para la calle, y
de no regresar nunca más de la calle. La revolución de cocinar para todos y
todas, para que la lucha crezca. La revolución de parir sueños y
universidades. La revolución de enseñar a perderle el miedo al poder. La
revolución de descubrir el poder en un cuerpo que parece viejo, pero que no
lo es, mientras mantenga con firmeza la rebeldía. La revolución de
endurecerse sin perder la ternura. La revolución de multiplicar ejemplo y
dignidad.

26 revoluciones hicieron las madres desde aquel 30 de abril de 1977. Mujeres
que asustan a los que le temen. Mujeres que empujan a los que se detienen.
Mujeres que desprecian a los que retroceden.

Duelen estas mujeres que no quisieron ser herida en la historia, sino arma y
bandera contra las cobardías de turno. Duelen en el sitio exacto de nuestra
incapacidad para cambiar la historia, para regalarles el único regalo que
sabemos que aceptarían: el sueño de sus hijos e hijas hecho realidad, en una
Argentina liberada, en una América Latina ejerciendo su dignidad y su
soberanía, en un mundo emancipado. Y si este cumpleaños, madres, no podemos
hacerles el regalo que merecen, les entregamos al menos nuestro sencillo
compromiso. Despertarán un día y verán en el horizonte un escándalo de sol,
un 30 de abril sin lluvia, sin llantos. Despertarán envueltas en el arco
iris de los sueños de sus hijos e hijas, que allí estarán, para soplar las
velitas del incendio, para encender permanentes rebeldías.