Ecuador: El caso de «la duda ilegítima» con Noruega



 Patricio Pazmiño Freire (*)
La Insignia. Ecuador, noviembre del 2002.

Muchas veces escuchamos que la deuda pública, como toda obligación
contractual, debe ser honrada, de lo contrario el riesgo país se dispara,
nuestra credibilidad se coloca en entredicho, nadie volverá a otorgarnos
créditos y por lo tanto no podremos crecer y desarrollarnos. Esta afirmación
difundida por los voceros oficiales del gobierno y diseminada por los medios
de comunicación debe llevarnos a una seria reflexión: ¿ si regularmente, por
muchos años, cumplimos con el pago de nuestras deudas por qué seguimos igual
o más endeudados?
En el caso ecuatoriano, en el período que va de 1982 al 2000 "el país pago
por concepto de capital e intereses 75.908,2 millones de dólares y recibió
como nuevos desembolsos 65.678,8 millones, habiendo una transferencia neta
negativa de 10.229,4 millones, a pesar de lo cual la deuda creció en 6.931,7
millones, pues pasó de 6.633 millones a 13.564,5 millones..." (1)

El servicio de la deuda pública representa más de la tercera parte del
Presupuesto General del Estado y, en los tres últimos años, de 1999 al 2001,
representó el 65,2%, el 54% y el 44,7% respectivamente, es decir, más que la
inversión destinada para cubrir la educación, salud y vialidad juntas. Sin
embargo, el crecimiento de la deuda no presenta signos claros de
disminución, por el contrario, esta se incrementa, a pesar de las
reestructuraciones y los pagos; mientras que la inequidad, pobreza,
exclusión, desempleo y migración aumentan exponencialmente, afectando
principalmente a los sectores más vulnerables de la población, violando de
manera sistemática y masiva sus derechos económicos, sociales, culturales y
ambientales.




El círculo vicioso. Mientras pagamos, la deuda crece y se multiplica

Los acreedores, privados o gubernamentales, con el afán de obtener réditos
financieros o para beneficio del desarrollo de sus países, otorgan
fácilmente créditos a los países poco desarrollados , sin considerar su real
capacidad de pago o sus limitaciones en el largo plazo. Cuando se trata de
renegociar atrasos o tramos de deuda que no podemos pagar, los acreedores
imponen condiciones financieras que posteriormente encarecen
significativamente los préstamos y, a pesar del pago sistemático del
servicio de la deuda, el capital se mantiene intacto o crece debido a la
capitalización de intereses, lo que es conocido usualmente como agiotismo y
que en nuestra legislación esta sancionado. Estas condiciones impuestas por
los acreedores son aceptadas dócilmente por los gobiernos, constituyéndose
la deuda en un mecanismo perverso que favorece el enriquecimiento de los
primeros y el empobrecimiento de los segundos y, a la vez, sostiene
económicamente la voraz arquitectura financiera internacional, estructurada
para extraer compulsivamente recursos de las economías del Sur y sostener
procesos políticos corruptos, como muy bien lo denunciara el ex Director
Jefe del Banco Mundial y actual Premio Nobel de Economía Joseph Stigliz: "
Aquí se ve un modus operandi. Hay muchos perdedores en este sistema pero
claramente un solo ganador: los bancos occidentales y el Tesoro de los EE UU
..." (2)

Por otro lado, parte de la deuda pública ha sido asumida por el Estado
favoreciendo a empresas, tanto privadas como públicas, las que debían
responder por los créditos que les fueron otorgados; constituyéndose por
tanto en deudas ilegítimas ya que sólo ha beneficiado a la empresas, más no
a los que pagan por ella, que son los ecuatorianos.

Un ejemplo claro de estos procesos de endeudamiento ilegítimo, es el caso de
la deuda contraída con Noruega por la compra de cuatro barcos en 1980.

Esta deuda fue inicialmente contratada por la Flota Bananera Ecuatoriana
(FBE) para la compra de 4 barcos a la industria naviera de Noruega, dentro
de la Campaña de Exportaciones Navieras impulsada por el Gobierno Noruego,
por un valor de 52,5 millones de dólares. Esta campaña tenía como objetivo
ayudar a la industria naviera noruega (en esos momentos en crisis) a través
de colocar los barcos en países en desarrollo como "préstamos de ayuda al
desarrollo", otorgando facilidades para la compra de los barcos y para la
autorización de los préstamos por parte de la Agencia Noruega de Garantías
para la Exportación (GIEK).

A partir de 1987, cuando la Flota Bananera Ecuatoriana entra en liquidación
los barcos son comprados por Transnave, y el Estado Ecuatoriano asume la
mayor parte de la deuda con el GIEK, 26,2 millones de dólares (13,5 millones
en el marco de las negociaciones del Club de París, y 12,7 millones como
préstamo bilateral). A pesar de que este préstamo es considerado como una
"deuda comercial privada", según un informe del Banco Central del Ecuador, y
por tanto debía ser cancelada por las empresas.

El préstamo de 12,7 millones de dólares fue cancelado por el Estado
ecuatoriano al Gobierno de Noruega, mientras que la deuda con el Club de
París se ha incrementado de 13,5 millones a 50 millones, debido a las
condiciones financieras establecidas a lo largo de los siete acuerdos con el
Club, aún cuando se han pagado 14 millones por concepto de intereses y
capital; es decir que la deuda con el Club de París por estos barcos ha
visto incrementarse su valor en 4,7 veces (si consideramos lo pagado y lo
que falta pagar al Club de París)

Este caso no sólo demuestra la lógica perversa de las renegociaciones de
deuda que lejos de reducir la carga del crédito, han aumentado más la deuda,
sino también cómo los países industrializados otorgan préstamos a los países
en desarrollo en función de los intereses propios. Si a esto se suma el
hecho de que no se conoce el paradero del objeto del préstamo (4 barcos),
así como el uso que se les ha dado hasta la fecha, podemos observar que el
préstamo para la compra de estos barcos, no ha redundado en beneficio de la
población ecuatoriana, sino más bien en un perjuicio insólito, configurando
claramente la figura de una deuda ilegítima (3).




Notas

(*) Coordinador general del Centro de Derechos Economicos y Sociales (CDES).

(1) ACOSTA Alberto. La Deuda Externa, un problema político global. En Deuda
Externa: construyendo soluciones justas. CDES. 2001. Pag.70.
(2) Greg Palast. Entrevista realizada a Joseph Stiglitz. The London
Observer. En "Los Cuatro Pasos al Infierno del FMI". Abril del 2002.
(3) Inglaterra declaró como deuda ilegítima los préstamos otorgados a un
dictador africano por cuanto aquellos créditos se destinaron a fines
distintos a los establecidos en el contrato y porque se contrataron con
representantes de gobierno que no fueron elegidos democráticamente.




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