Guatemala: La Polémica sobre las PAC



ALAI, América Latina en Movimiento 2002-08-29
Ileana Alamilla


Cerigua


El gobierno del FRG encabezado por el presidente Alfonso Portillo logró
regresar al país a un clima de antesala a la guerra y la confrontación.
Cuando los miembros de las ex PAC (Patrullas de Autodefensa Civil), de
manera organizada y obviamente con abundantes recursos, paralizaron el
departamento de Peten tomando carreteras, el parque Tikal, el Aeropuerto,
las instalaciones de la refinería Basic y reteniendo a varias personas, el
gobierno de Portillo y el sector que los acompaña, respondió de inmediato a
esas demandas.
Con esta actitud, diseñada por los "intelectuales de izquierda" introdujeron
otro conflicto en este convulsionado país y dieron un paso más en el
objetivo electoral del partido en el gobierno.
Llegaron al extremo de calificar como "héroes de la patria" a estos grupos
paramilitares que han sido señalados por gravísimas violaciones a los
derechos humanos, documentadas en la Comisión del Esclarecimiento Histórico.
Como era de esperarse, la reacción de las víctimas, de las organizaciones de
derechos humanos, de los campesinos, de las mujeres, de los profesionales e
intelectuales y en general de la sociedad civil y de las personas
conscientes, fue de total rechazo y repudio a esta intención de resarcir a
quienes son responsables del dolor del pueblo.
El gobierno, después de asegurar que daría una compensación en efectivo, ha
ido variando su postura, después de conocer el rechazo social y de la
comunidad internacional. Ahora pretende disfrazar su infame intención
ofreciendo proyectos de desarrollo que incluyan a las comunidades y a las
víctimas del conflicto.
La polémica está planteada, las discusiones, protestas, criterios y
opiniones han ocupado amplios espacios en la prensa local y desde mi óptica
el panorama se aclara, al conocer la postura de la asociación de veteranos
militares, muchos de ellos involucrados en la represión.
Esta asociación ha hecho presencia en distintos espacios reivindicando el
discurso militarista, justificando su participación en la guerra sucia que
libraron contra el pueblo, a quien amenazaron, desangraron, masacraron,
torturaron; y ahora como corolario, desafiando leyes y compromisos de
estado, como los acuerdos de paz, aseguran que continúan organizando a las
comunidades.
Desafortunado destino para la sociedad guatemalteca tener que vivir de nuevo
entre mentalidades que niegan el respeto a los Derechos Humanos y se
empecinan en considerarse los próceres de la libertad, cuando nacional e
internacionalmente ha quedado demostrado su papel y responsabilidad en la
tragedia nacional.
El genocidio y las masacres ocurridas en Guatemala quedaron demostradas.
Para infortunio de la Asociación de Veteranos Militares de
Guatemala -Avemilgua- las osamentas, que como testigos acusadores están
siendo rescatadas de la oscuridad en donde las refundieron, vuelven a la
vida gracias a la valentía de familiares, amigos y seres humanos que
presenciaron la barbarie.
El general Victor Manuel Argueta, Presidente de Avemilgua sostiene que no es
posible que esas osamentas sean pruebas de masacres, entonces ¿a quienes
pertenecen esos restos? o ¿es que esas humildes personas a quienes el
ejército y los grupos que formó cazaron como animales y asesinaron a sangre
fría son extraterrestres?
La historia puede intentar negarse pero seguirá siendo la historia. El
pueblo de Guatemala está contribuyendo a escribirla, a pesar de que
victimarios, gobernantes, incluyendo a los supuestos funcionarios de
izquierda que trabajan con ellos y los militares, traten de distorsionarla.
Hay tinta indeleble que permanece en el tiempo y que graba los relatos en la
memoria y en el corazón de las víctimas y de todas las personas honestas y
decentes que esperan construir un futuro mejor a pesar de las adversidades,
incluyendo una amenazada de conflicto social.


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Nello

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