Plan Colombia



ECUADOR NEWS N.13
DOCUMENTI SUL PLAN COLOMBIA
Allego documenti molto importanti sulla strategia di
guerra del Plan Colombia, elaborati da Alexis Ponce,
portavoce dell’Assemblea Permanente dei diritti
Umani APDH di Quito e membro del grupo civile di
monitoraggio degli effetti del Plan Colombia in
Ecuador.
Cristiano Morsolin , Ibarra (Ecuador) 28/09/2001


Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos
del Plan Colombia en el Ecuador


HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE, PLAN COLOMBIA Y RESISTENCIA
SOCIAL 
 Alexis Ponce 

Ecuador: sede de ocupaciones imperiales y esperanzas
humanas: 

Aunque en Nuestra América, por desgracia, abundan
numerosísimos ejemplos del atávico intervencionismo
estadounidense y de la permanente conducta de perro
faldero de las elites latinoamericanas, debo referir
como introducción inevitable, por ser nuestro país la
sede de este esperanzador encuentro social, una
desconocida carta, fechada en 1845, de Delazon Smith,
el primer enviado diplomático estable de los EEUU en
el Ecuador de esa época, carta rescatada por el
periodista Gonzalo Ortiz y el historiador Jorge Núñez
en 1988.  El primer virrey gringo proclamaba:
“Tres mil soldados de los Estados Unidos, bien
equipados, podrían marchar a través de la república
del Ecuador, conquistando, tomando control y
apropiándose de todos sus pueblos, ciudades y
provincias”.  

155 años después, el presagio se ha cumplido, aunque a
través de conquistas invisibles y la apropiación sutil
o brutal de esta nación. Manta y Coca, enclaves
norteamericanos con ilusa fachada criolla, son ahora
componentes logísticos operativos del Plan Colombia
para preparar la “tenaza estratégica”
contra el sur colombiano, donde manda la vieja
insurgencia, por un lado; y, por otro lado, Manta y
Coca son, a la vez, pieza estratégica de la
“nueva” agenda hemisférica de seguridad de
los EEUU. Los matices, se dice, son necesarios en
política, pero la política de Estado norteamericana,
ha sido, es y será una sola, aunque demócratas y
republicanos se turnen la residencia de Withe House.
El Plan Colombia tiene la factura de ambas tendencias,
 y Clinton y Bush II, son apenas los ejecutores
nominales de una estrategia decidida por las elites
económicas y militares del “Norte revuelto y
brutal”, como lo calificó José Martí.

Los movimientos sociales del Ecuador, asumen que la
fatalidad no debe ser nuestro destino, y que este país
que hoy recibe a sus hermanas delegaciones, ocupado
económica, política, militar y culturalmente por los
herederos de Delazon Smith, también es, por fortuna,
el territorio de la esperanza y la resistencia a esos
planes de hegemonía hemisférica, que a nivel económico
se expresan con el ALCA y el Plan Puebla Panamá, a
nivel militar se expresa con el Plan Colombia, ahora
llamado, sin tapujos diplomáticos, lo que siempre fue:
Iniciativa Andina. 

Colombia y la región andina en la mira gringa: 

Durante la era Reagan, los halcones de Santa Fe I y II
advirtieron en sus análisis estratégicos que en la
década de los noventa, de todos los países de la
América septentrional, Colombia sería la mayor amenaza
a la seguridad nacional norteamericana, razón por la
que sugerían el aumento sostenido de la fuerte ayuda
militar al ejército colombiano y, aún más, proyectar
la posible creación de una fuerza multinacional para
aniquilar o por lo menos debilitar a la vieja
insurgencia colombiana.







Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos
del Plan Colombia en el Ecuador

La actual guerra gringa contra las drogas, que está
destinada al fracaso estrepitoso como lo prueban no
solo la realidad sino hasta el cine en la película
estadounidense “Traffic”, no es de ahora,
y vale recordar a las elites desmemoriadas que ya en
los ochenta, Reagan y Bush implementaron la primera
fase de esta estrategia que hoy volvió,
“remozada”,  con el elegante  maquillaje
clintoniano. Lo cierto es que pareciera que recién
ahora EE.UU., varios sectores oficiales de Europa y la
inefable prensa occidental “hubieran
descubierto”, derrotado el comunismo, su nuevo
enemigo, a ser sometido con la tecnología de punta
instalada en Tres Esquinas, Manta y Coca, con los
batallones elite entrenados sin Escuela de las
Américas y el cerco militar sanitario alrededor de
Colombia, y con el uso intensivo de fumigaciones con
glifosato. 

El primer eslabón a destruir en la región es, pues, lo
que ellos denominan “narcoguerrilla”, como
si los componentes únicos o fundamentales del largo y
viejo conflicto colombiano fuesen la anacrónica
insurgencia o los “raspachines” (el sector
periférico del circuito ilegal de drogas), obviando
premeditadamente que Colombia, desde hace medio siglo
y debido a severas causas estructurales, vive un
conflicto social y armado, agudizado en las mismísimas
narices del Nuevo Milenio. 

Ni los 306 congresistas norteamericanos que aprobaron
el Plan Colombia, ni nuestros diarios criollos, jamás
mencionan, por ejemplo, que Colombia ocupa uno de los
primeros lugares en el continente con el mayor índice
de concentración de la tierra en pocas manos, o que
tres millones de hectáreas del campo colombiano, vía
masacres y expulsiones eufemísticmante motejadas de
“desplazamientos”, hoy están en poder de
los paramilitares, es decir del Ejército y las
narco-elites empresariales de ese país. En Colombia, y
en toda la región, no hay Estado social de Derecho, es
decir que “el imperio de la ley”, tan al
gusto de los norteamericanos, está ausente. 

Quienes ahora cabalgan ocultos en el Plan Colombia,
como los amantes de Helena en el Caballo de Troya,
jamás aceptarán, por ejemplo, que uno de los elementos
clave para la ejecución regional de dicho Plan, es el
paramilitarismo, que éste es la modalidad usada para
vaciar los territorios geoestratégicos de Colombia y
del norte fronterizo ecuatoriano y peruano, para la
posterior operación “yunque y martillo”
contra los campesinos levantados en armas en el país
vecino y para la instrumentación de sus megaproyectos
económicos, que no excluyen por supuesto, la
existencia del narcotráfico. Es decir que la
motosierra en os caseríos colombianos tiene para
largo, pues no puede haber Plan Colombia sin
paramilitares, tal como lo denunció Noam Chomasdky y
lo admitió un jefe paramilitar del Putumayo. 

Plan Colombia: varias versiones, un solo ganador...

Auspiciado y re-elaborado por los senadores Mike
DeWine, Charles Grassley y Paul Coverdell, el Plan
Colombia aparece con varios rostros, de acuerdo a las
conveniencias del “establecimiento” a la
hora de su presentación oficial. Recibe dólares de
distinta procedencia para un mismo fin: Si son los
EE.UU., el Plan Colombia mantiene su propósito público
básico, es decir el combate militar al narcotráfico y
sus consecuencias. Si es Europa, el Plan Colombia se
viste con civilizados atuendos y asume el rol de ayuda
social, inversión productiva, modernización estatal y
maquillaje mejorado de la terrible situación en
materia de DDHH. 





Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos
del Plan Colombia en el Ecuador

Pero más allá de esas versiones, los objetivos del
Plan Colombia, en su primera fase, son: escalar la
salida de fuerza contra la insurgencia, quebrar el
dilatado proceso de paz, llevar a la guerrilla a la
negociación en condiciones de debilidad
político-militar, cortar sus suministros y vaciar sus
apoyos sociales, pues en Colombia quitarle el agua al
pez implica montar una compleja estrategia que no solo
incluye componentes bélicos, sino empresariales,
económicos y diplomáticos).

A esa lógica poco le importa que los efectos de su
ejecución impliquen el aumento de las masacres, las
violaciones horrendas de los DDHH y las masivas
expulsiones de población campesina. “En Colombia
sigue aumentando el número de desplazados internos.
Sin embargo, aunque desplazamiento es que en Timor
Oriental, Kosovo y Chechenia, en Colombia se trata,
sobre todo, de una ‘crisis silenciosa’,
que es objeto de atención insuficiente en el plano
nacional e internacional”, denunció Francis
Deng, representante de la ONU sobre Desplazados
Internos hace tiempo. Al Plan Colombia poco le
interesa, como al ALCA, la democracia, los derechos
humanos, la persona humana y el medio ambiente.

En ese contexto nuestra nación ha sido convertida por
poderes supranacionales y cipayos criollos, en
“la Camboya de los Andes” o, más
exactamente, en “la Honduras
sudamericana”. El Ecuador contemporáneo, al
igual que el resto de países de la región, con la
excepción de Venezuela, no tienen política exterior
propia ante el Plan Colombia. 

Las llamadas nuevas agendas repensadas en el Norte del
mundo, incluyen para el inmediato futuro planetario
“el acceso al agua” como el derecho humano
más importante del nuevo milenio, “el control
del oxígeno”, junto con el ya practicado
“derecho a la intervención por razones
humanitarias. Esa visión de los Grandes nos hace
prever que la Amazonia, por razones estratégicas
(espacios vitales) de los centros de poder mundial,
está en la mira. Manta, Coca, Iquitos, Curazao,
entonces, no solamente que son meras bases de
intervención contra-insurgente y monitoreo electrónico
de punta, sino cabezas de playa o corredores hacia el
control geo-estratégico de la Amazonia. 

Algunas sugerencias a la “sociedad civil”
de la región:

Urge presionar la aplicación de una política
gubernamental de transparencia pública, no
intervención y soberanía frente al Plan Colombia y sus
efectos. La participación regional en este plan ha
sido escalonada y tratada bajo el velo del secretismo.

De igual manera, es menester incorporar a la noción de
seguridad no solo la militar o policial, sino los
otros perfiles que la legislación internacional
sugiere: la seguridad alimentaria, sanitaria, laboral
y humana de nuestras poblaciones y los refugiados de
Colombia en éxodo hacia los países vecinos.

Nosotros apuntamos a una estrategia creativa de
desobediencia civil, resistencia pacífica y acción
ejemplar no violenta a nivel regional y continental, a
corto, mediano y largo plazo, parecida a la de la
heroica Vieques, en Puerto Rico y a la de Panamá en
las décadas del sesenta y setenta, para desarticular
el Plan Colombia y sus consecuencias de
regionalización e intervención militar.






Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos
del Plan Colombia en el Ecuador

En ese complejo y abundante contexto, cuyas aristas
visibles hemos intentado sintetizar, dejando otras no
menos importantes para una improbable ocasión futura
(el tema Drogas, por ejemplo), resulta ineludible
construir y visibilizar la salida posible y evidente
en Colombia y la región: la búsqueda de una solución
propia, política y negociada, al conflicto social y
armado colombiano, para una paz con justicia, como
alternativa a un escenario no deseable de guerra
total, cuyas consecuencias humanas, sociales,
económicas y ambientales serían devastadoras.

Dicha salida implica incorporar en los procesos de paz
y democracia, a quienes se excluye siempre, se
subestima y vulnera: esa señora violentada tantas
veces, que a veces se vuelve una muchacha creativa y
altiva, pero que -antigua o joven- siempre se niega a
morir.

Sostenemos que para consolidar ese proceso, saboteado
por lo peor de los EE.UU., el ejército, la prensa, los
actores en conflicto y los gobiernos de la región,
urge la decidida presencia, participación y
protagonismo de la sociedad civil de la región la
búsqueda de la paz con justicia para Colombia y la
América meridional. Debemos rediseñar en Ecuador,
Colombia y toda la región andino amazónica, una
estrategia regional de alcance global. 

Sabemos que, por lo menos en Ecuador, ese impulsor de
una salida política negociada con participación
regional, no será el actual gobierno, tan proclive al
servilismo perruno. Quizás Chávez en Venezuela, si
realmente su bolivarianismo pasa de la retórica al
hecho regional. 

Pero puede ser probable que la denominada sociedad
civil (esa culinaria mezcla social de fanesca, sopa
marinera y empanada de viento) puede convertirse, con
la de la región, en promotora de una iniciativa
ciudadana hacia esa salida política y negociada. Una
especie de “Contadora de los pueblos” sin
el triste final que provocó la otra, la oficial, en
Centroamérica.

Podemos estar en desacuerdo con estas visiones y
salidas, pero lo cierto es que el presagio del Alfredo
Molano, está más cerca de lo que creemos: “Bien
vistas las cosas, el Plan Colombia no creará muchos
Vietnams sino muchas Colombias”.

 Vocero nacional de la Asamblea Permanente de
Derechos Humanos, APDH del Ecuador y 
Miembro de la Secretaría Técnica del Grupo Civil de
Monitoreo de los Impactos del Plan Colombia en
Ecuador.



Quito, 15 de junio del 2001

25 Elementos de Apreciación Geopolítica y Escenarios:
* Evaluación del Plan Colombia
* Estudio Crítico de la Iniciativa Regional Andina
* Situación en Ecuador, Frontera Norte y papel de la
sociedad civil

La APDH del Ecuador comparte el presente documento que
incluye algunos elementos relevantes de nuestro
Análisis Estratégico, discutido en  reuniones internas
del último bimestre y enriquecido con los aportes de
las personalidades ecuatorianas e internacionales
expertas en temas militares, diplomáticos y
regionales, miembros del Comité Consultivo del Grupo
de Monitoreo del Plan Colombia, del cual hacemos
parte. 

Gracias a estas reflexiones de una volátil y
preocupante realidad, podemos prever las siguientes
apreciaciones y escenarios estratégicos a nivel
regional, social, humanitario e internacional,
respecto al Plan Colombia, la Iniciativa Regional
Andina (IRA) y sus impactos apreciativos en el
Ecuador: 

EVALUACIÓN GEOESTRATÉGICA DEL PLAN COLOMBIA

1) Los Estados y sectores de la sociedad civil que en
la región continúen refiriéndose en la actualidad
exclusivamente al “conflicto interno
colombiano” y al “Plan Colombia”,
cometen un error: las variables geopolíticas y las
modificaciones regionales, aceleradas de manera
insospechada a raíz de la puesta en marcha de este
Plan, así como los nuevos componentes de la política
exterior estadounidense, nos obligan a quienes
actuamos en el tema, a superar una limitada visión
-ayer correcta, pero hoy incorrecta- de lo que
buscaban los artífices y ejecutores del componente
militar del Plan Colombia, con la puesta en marcha de
esta estrategia, y que hoy empieza a emerger, con su
verdadero rostro, en los Andes: la llamada Iniciativa
Regional Andina, IRA.

2) Aunque los contenidos estructurales del Plan
Colombia puedan continuar aplicándose (fumigaciones y
operaciones militares, fundamentalmente), su imagen
institucional externa y sus fundamentos básicos,
rápidamente han sido erosionados. Decir Plan Colombia
en la región andina, en el actual período, es hablar,
prácticamente, de una “estrategia
desprestigiada” y, por lo menos hasta hoy,
“fracasada”. Se impuso, entonces, por
parte de los artífices de su componente militar, el
consolidar y acelerar una ‘nueva
estrategia’, más global y -por ello- más
riesgosa por su imposición vertical e inconsulta a
nuestras sociedades, pero articulada -obviamente- a
tradicionales visiones geopolíticas de EEUU para esta
región (la denominada Iniciativa Regional Andina). 

3) Las recientes publicaciones de la prensa mundial,
admitían el creciente aumento, considerable y
extendido, de cultivos ilícitos en Colombia durante el
último trimestre (250.000 nuevas hectáreas), frente al
relativo “éxito” de la destrucción de una
cantidad  inferior de cultivos ilegales (140.000 has.)
mediante el empleo de fumigaciones masivas y campañas
militares no del todo consolidadas. Ello desmorona la
parafernalia inicial que, parapetada en la
“lucha antidrogas”, lanzó el Plan Colombia
ante la localidad regional. 




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4) El énfasis que la nueva administración
norteamericana puso, desde su primer discurso, en la
lucha contra el consumo casa adentro, de alguna manera
evidencia esa “preparación mental” de la
población mundial, y especialmente interna, en caso de
un probable fracaso futuro de las operaciones
antidrogas en el país oferente (Colombia).  Las
numerosas opiniones de ex-altos funcionarios,
especialistas y analistas de prensa  norteamericanos,
apuntan y coinciden en predecir el fracaso del Plan
Colombia, apreciación, a nuestro entender, correcta
desde el punto de vista estratégico. 

INICIATIVA REGIONAL ANDINA

5) En tal sentido, es muy decidor que durante el
lanzamiento informativo de la llamada Iniciativa
Regional Andina en Washington, el Departamento de
Estado -en su párrafo inicial- revelara sin tapujos la
intencionalidad geopolítica de esa supuesta
“estrategia regional antidrogas”, al
señalar -en primer lugar- la necesidad de defender
“los intereses de EEUU, que están en juego en la
región”; y, en segundo lugar, cuando evalúa
-desde su particular y unilateral visión- lo que
ocurre en los Andes y la Amazonía, NARCOTIZA la agenda
nacional, no solo de Colombia, sino de toda la región
andina. 

6) Ese mismo documento señala que “la democracia
está bajo ataque en los Andes” y, en el caso
ecuatoriano, cita un juicio de valor, cuando advierte
que los indígenas son “populistas y
radicales”. Si a ello sumamos la última opinión
del Departamento de Estado  y el Informe Estratégico
de la CIA, publicados en la prensa mundial 
(“los indígenas son un factor de inestabilidad
democrática”), ya no asistimos a un análisis
técnico de “compromiso regional contra las
drogas”, sino a una lectura política que muestra
el grado de injerencia en asuntos de exclusiva
competencia interna y a su inaceptable visión respecto
de los pueblos indígenas del Ecuador y, por extensión,
de los pueblos indios de América Latina. Se hace,
entonces, necesario recordar aquel reciente Informe 
que la Central de Inteligencia Americana trazó para
los próximos quince años, publicado en la prensa
mundial y algunos periódicos locales (Acápite: Pueblos
Indígenas de América).

7) Lo lamentable en el caso del Gobierno ecuatoriano,
es que altos funcionarios de Cancillería y de la
Presidencia nos admitieron oficialmente  (04-VI-2001)
que el régimen no ha sido informado formalmente por
los EEUU del lanzamiento de la IRA y de la
participación que en ésta designa al Ecuador. 

Resulta tragicómico que admitieran que se enteraron de
la Iniciativa Regional Andina por las noticias y
gracias a la copia del Documento de Lanzamiento de la
IRA que, bajado de la página electrónica del
Departamento de Estado por nuestro hermano Centro de
Documentación en DDHH-CSMM, les entregásemos a esos
funcionarios, los dirigentes indígenas y sus asesores
en la “Mesa de Diálogo” gobierno-indios,
en el tema pertinente al Plan Colombia. Y, más aún,
desconcierta que el Gobierno ecuatoriano no haya sido
capaz, no ya de una protesta diplomática, sino de
pedir ligeras explicaciones al Gobierno de EEUU sobre
ese juicio de valor negativo y político que el
Departamento de Estado se permite expresar sobre un
sector nacional tan importante en el presente y futuro
del país, como son los pueblos indígenas.




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8) En el último párrafo del acápite pertinente a
Drogas (“Ayuda antidroga y a la ejecución de la
ley”) el Departamento de Estado pretende
equiparar, sin pruebas que sustenten técnicamente su
afirmación, los altísimos y conocidos índices de
consumo de drogas en los EEUU (40 millones de adictos,
según algunos analistas), con los índices de consumo
existentes en Europa y los países productores de los
Andes. Pero más riesgosa es su apreciación al
englobar, en este tema, a todos los países andino
amazónicos, cuando pretende dar a entender que
“toda la región andina” (en la que incluye
erradamente a Panamá, Brasil, Venezuela y Ecuador; y
no solo los países productores tradicionales como
Colombia, Perú y Bolivia) casi sería una región de
“coca-naciones” que requerirán de esta
dudosa estrategia de “ayuda antidrogas”.
En ese mega-marco regional, la base militar (FOL) de
EEUU en el puerto de Manta, tendría vigencia para
largo, lo que complicaría, aún más, nuestra posición
nacional en una región en ciernes.

9) Finalmente, es inaceptable la visión de la IRA
sobre el nuevo papel que desea asignar, a las FFAA de
toda la región andino amazónica. En el acápite
“Ayuda de seguridad”, pretende reasignar
“nuevos roles” a nuestros ejércitos,
basándose exclusivamente en los intereses nacionales
de EEUU: ya no el resguardo de la
“jurásica” soberanía ni la defensa de la
Nación contemplada en nuestras normas jurídicas, sino
el combate a las drogas y a lo que el Departamento de
Estado cataloga como “amenazas reales y actuales
a la seguridad nacional”, las mismas que
obligarían a EEUU a “reevaluar las misiones de
seguridad nacional de los ejércitos andinos y
estimular el intercambio de información e inteligencia
en relación con amenazas transnacionales”. Lo
peligroso de este enfoque es que esas amenazas son
definidas por los mismos EEUU, y podrían incluir desde
drogas e insurgencia, hasta los pueblos indígenas,
“las ONGs europeas que los apoyan”, los
grupos de DDHH y ecologistas, y los militares de
pensamiento nacional en la región, que parecen no ser
del agrado globalizador.

Cuando el Departamento de Estado dice en este acápite
que “la capacidad de las FFAA andinas para
controlar sus fronteras, respaldar los esfuerzos
antidrogas y apoyar las instituciones democráticas ha
declinado” y cita que se debe “mejorar la
capacidad militar de acción regional combinada”,
implícitamente da a entender, por un lado, que
nuestros ejércitos son  un “fracaso”; y,
por otro, que bien podría requerirse de la asistencia
y presencia militar cada vez más notable de EEUU en la
región. ¿EEU quiere ejércitos andinos globalizados y
articulados para “misiones regionales
cooperativas” que sus propios intereses vitales
demanden? ¿Esta visión incluirá una “reedición
posmoderna” de la antigua Operación Cóndor para
la región andina?

BALANCE CRÍTICO DEL PLAN COLOMBIA Y DE LA
“IRA”:

10) Es inocultable un hecho: el slogan “Plan
Colombia” atemorizó y continúa provocando
rechazos en la gran mayoría de la población regional,
e incluso en una parte de las elites, incluyendo la
propia Colombia, más aún Ecuador, Brasil, Venezuela,
Panamá y, en menor grado, Perú. Las encuestas
confirman el desprestigio. 






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Por tanto, en relativo poco tiempo, desde los últimos
días de la administración Clinton a los primeros de la
administración Bush, la lógica implementada por EEUU
comenzó a variar dramática y sustancialmente: Se
trataba de encontrar un nombre propicio para
consolidar una deseada estrategia de regionalización
y, además, que sustituyera palabra tan desgastada en
Europa y tan temida en los Andes como el slogan
“Plan Colombia”. 

11) Asistimos, entonces, a una llamativa operación de
“alta cirugía facial y marketing”; pero
-sobre todo- a una profunda reingeniería de la
Estrategia norteamericana para los Andes y la
Amazonía, que hoy incluye -sin tanto tapujo
diplomático- a toda la región andina a través de la
IRA. Y es que a futuro era prácticamente insostenible
mantener el membrete y la visión del Plan Colombia, si
quería tener éxito en su estrategia de
regionalización. Era necesario vigorizar el compromiso
de las elites de nuestros países con su estrategia,
vía compensaciones dudosas y alarmismos obvios por la
posible extensión de los cultivos ilícitos y del
narcotráfico en las fronteras regionales, irreversible
impacto del Plan Colombia que -por lo demás- siempre
lo advertimos algunos sectores dignos y lúcidos de la
indeleble sociedad civil regional desde finales de
1999, cuando alertamos que la ejecución del mal
llamado Plan Colombia provocaría -precisamente- lo que
en teoría deseaba “evitar”: el aumento, en
cantidad y extensión territorial, de los cultivos de
droga y del  narcotráfico. 

12) Por todo lo indicado, consideramos que la
denominación “Plan Colombia” es
insuficiente para entender las nuevas variables
regionales, cuyas consecuencias serán apreciables en
el transcurso de los próximos meses. Las
organizaciones de DDHH, de paz y sociedad civil, así
como las elites y “mass media” que no
logren apreciar estos cambios, difícilmente podrán
entender la compleja realidad estratégica circundante
y, peor aún, podrán articular propuestas consistentes
en su quehacer cotidiano. 

¿ALIANZAS INTERNACIONALES PROBABLES?

13) Europa, que ha mantenido una posición un tanto
distinta a la de EEUU en la apreciación global de la
problemática regional, así como sobre los temas:
drogas, conflicto colombiano y DDHH, podría jugar un
papel altamente importante, esta vez con relación a la
IRA y a sus efectos militares de regionalización.
América Latina y los Andes, deben mirar a Europa, otra
vez, como lúcidamente la miraron nuestros antecesores
en la etapa inmediatamente previa al proceso desatado
para nuestra primera Independencia.

14) Desafortunadamente, a raíz de la acelerada
iniciación e implementación del ALCA, que, dicho sea
de paso, se incluye en el documento de la IRA como un
mega-componente regional, esta zona y todo el
continente, podrían catalogarse como “zona
intocable de influencia” del llamado poder
unipolar. Es decir, que Europa “no sería
bienvenida” o “no sería bien vista”
por EEUU en una probable resolución del drama regional
y para aportar en el freno internacional a una
regionalización belicista, anunciada y planificada con
la exactitud de una micro-cirugía. De hecho no se
conoce ningún pronunciamiento oficial de la Unión
Europea respecto de la inminente aplicación de la
Iniciativa Regional Andina. 





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Por ello sostenemos que toda la sociedad civil y los
gobiernos más lúcidos de los países andinos, -y por
supuesto- las ciudadanías de Ecuador, deberían
trabajar más a fondo y multilateralmente por una
alianza estratégica con Europa, que se fortalezca no
solo a nivel de los gobiernos o en los espacios
económicos, sino a nivel político y desde la sociedad
civil ante la Unión Europea vista en conjunto, es
decir sus gobiernos y sus sociedades. El
extraordinario trabajo y prioridad que la sociedad
civil y, en particular, las hermanas y valientes
organizaciones de DDHH de Colombia, han dinamizado en
los países europeos y la UE en conjunto, debe
servirnos de ejemplo. Europa y Latinoamérica estamos
contrarreloj: es justo mirarnos pronto. 

15) Particular atención debe merecer el estímulo a un
trabajo sostenido y profundo, desde Ecuador y la
región, con la sociedad civil, los sectores abiertos y
democráticos del Congreso y la prensa libre, y con el
Departamento de Estado de los EEUU. La dolorosa e
irresponsable aventura en Vietnam, los halcones de la
guerra no la perdieron solo en el escenario bélico,
sino casa adentro, en la digna opinión pública
norteamericana, así como en la mesa diplomática de
París (Europa). Es imprescindible concientizar y
sensibilizar a los EEUU sobre los efectos que ya tiene
y tendrá esta nueva aventura en su “zona
regional de influencia”. 

16) No se puede obviar las alianzas por la paz y los
DDHH, que debe forjar -entre ella- toda la sociedad
civil de la región, así como con los Gobiernos de
Brasil, Venezuela y Panamá, que han mantenido una
conducta distinta a la de los gobiernos de Ecuador,
Colombia y Perú. En este punto, es necesario enfatizar
que nuestra hermana sociedad civil de Colombia, sin
variar sus prioridades en Europa y EEUU, puede y debe
volver el rostro a la región más cercana, a los países
y pueblos que estamos a su lado geográfica y
corazonalmente. Hay que profundizar los lazos y
espacios de coordinación que, entre nosotros,
agrupaciones de DDHH y paz de la región, mantenemos en
la actualidad.

ECUADOR: PAPEL DEL GOBIERNO Y DE LA SOCIEDAD CIVIL
SITUACIÓN EN LA FRONTERA NORTE

17) Se puede advertir que el Plan Colombia, y hoy la
Iniciativa Regional Andina, no son instrumentos
idóneos para resolver los problemas fundamentales
(pobreza, democracia, violencia y corrupción) de
Ecuador, Colombia y la región, sino que se han
develado como elementos programáticos de una
“mega-Estrategia” para toda la región
andina y amazónica, que coadyuva a fortalecer lo que
algunos analistas llaman “Posicionamiento
unipolar en la zona andino-amazónica”.

18) En ese contexto, se aprecia que el gobierno de
Ecuador mantiene la lógica inicial del secretismo y la
falta de transparencia con la sociedad en el tema, así
como se perciben sus insuficiencias para atender los
problemas humanitarios de la frontera y su total
incapacidad para generar una política exterior
soberana, vigorosa, creativa y consistente que permita
afinar una estrategia sólida y multilateral, con los
países vecinos y Europa,  en relación a los impactos
del Plan Colombia y la futura ejecución de la IRA.





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19) La principal respuesta estatal ha sido encaminada,
sobre todo, a desplazar el “centro gravitacional
estratégico” hacia el norte y a crear un
“pie de fuerza” militar que es considerado
como el más grande de toda nuestra historia
fronteriza: 10 mil hombres hasta mayo del 2001. Si
consideramos que en el momento de mayor enfrentamiento
militar con el Perú durante la guerra de 1995 (Alto
Cenepa, febrero del ’95) el pie de fuerza
nacional fue de 6 mil hombres, el número que hoy se
mantiene en la frontera con Colombia, puede acarrear
insospechadas derivaciones externas e internas,
algunas de ellas negativas para la propia seguridad
que se argumenta otorgar, pero -sobre todo- en la
probable detonación de la llamada “pinza
estratégica contrainsurgente” que, se intuye y
prevé, sea el Ecuador. (Al respecto, recordar las
declaraciones del zar antidrogas Barry McCaffrey y el
canciller Heinz Moeller: prensa colombiana y
ecuatoriana, mayo del 2001).

20) Este escenario podría, además, acarrear malestares
en FFAA, dado que esta movilización no tiene como
fuente una causa y sentimiento de defensa patria que
empuje la moral del soldado para el combate. Esta vez
se trata de generar un “ambiente
condicionado” para un conflicto de interés
supranacional y de costos internos irreversibles. A
despecho de los soterrados comentarios levantados por
ciertos analistas de prensa de los EEUU (Andrés
Oppenheimer, sobre todo) que, sin sustento, han sido
asumidos incluso en algunos círculos internos del país
y del exterior, el soldado ecuatoriano no solo que es
un profesional capacitado, que supo dar pruebas de su
altísima moral y preparación técnica en la defensa
territorial durante el conflicto del Alto Cenepa, sino
que se trata de un militar atípico en la región,
realidad que lo conoce, por supuesto, el Departamento
de Defensa de los EEUU. ¿Es posible creer que ese
mismo soldado participe a gusto en un conflicto
agudizado por un tercer país que no expone la vida de
uno solo de sus soldados?

21) Del semestre inicial de aplicación del Plan
Colombia y de las respuestas emanadas desde la
sociedad civil de la región y el Ecuador, se desprende
una alerta derivada de la insuficiente apreciación
estratégica por parte de muchos sectores sociales,
ONGs y, por supuesto, gobiernos de la región.
Empezamos a observar una duplicación de esfuerzos,
inclusive infraestructurales, de varios programas,
iniciativas, eventos y proyectos que han empezado a
surgir en los Andes y el país, a propósito del tema,
sin que cuenten con sólidas relaciones en la base
social, sin eslabones fuertes con un sector esencial
para empujar este tema, como es la sociedad civil de
Colombia, inevitable actor de toda propuesta de paz,
DDHH y alianza regional, para superar los dramas ya
vividos y que viviremos con mayor intensidad en los
próximos años.

22) La defensa de la vida, la paz y de los DDHH, en
general, y de los sectores más vulnerables de la
sociedad en especial, seguirá siendo durante todo el
tiempo restante de ejecución del Plan Colombia y de
aplicación de la IRA en la región, uno de los más
importantes escudos de protección a la población civil
y de búsqueda real de una paz regional. Es necesario
preservar y consolidar los espacios que en Ecuador y
la región  propongan -efectiva y consistentemente-
alternativas innovadoras, realistas y dignas, desde la
concepción de la no-violencia y la participación de la
sociedad civil en la toma de decisiones de sus
gobiernos en estos temas. 




..pág.7..

23) Nos preocupan los “análisis” que
algunos altos funcionarios de Gobierno y de FFAA
empiezan a exhibir, incluso en espacios semipúblicos:
la satanización maniquea y el señalamiento oblicuo
contra los sectores de  la sociedad civil que nos
oponemos sin ambages a la FOL de EEUU en Manta, al
Plan Colombia y las intencionalidades de la IRA:
organizaciones de DDHH, ambientalistas, indígenas,
militares en retiro, gobiernos locales e iglesia
social, hemos sido catalogados, incluso en foros
semipúblicos, como “brazos políticos de la
subversión y el narcotráfico colombiano para
contrarrestar el éxito del Plan Colombia”.
Resulta obvia la conclusión: la tesis del
“enemigo interno“ puede volver a resurgir,
a pesar del fin de la guerra fría. La ejecución
práctica de esta lógica perversa bien podría acarrear
inseguridades a estos sectores y, en especial, a los
defensores de DDHH y grupos de paz, con el traslado
mecánico de la violenta intolerancia sufrida en
Colombia por sectores similares. 

24) La conducta de la contingencia puede empezar a
manifestarse con mayor profundidad en la zona
fronteriza. El dignificante servicio humanitario
podría transformarse en círculo vicioso de las
organizaciones y poderes locales, a quienes nos
sentimos ligados profundamente, pero a los cuales
debemos advertir tales riesgos. El peligro anunciado a
mediados del 2000 por nuestra hermana Gloria Cuartas
(alcaldesa de Apartadó y miembro del Comité Consultivo
del Grupo de Monitoreo) durante una visita a la zona
fronteriza, podría empezar a gestarse. Ella decía:
“Dense tiempo en la frontera para mirar la
globalidad, pues una vez que empiezan los dramas de la
guerra, nadie se da tiempo para pensar en el futuro o
en alternativas globales”. 

25) Por lo citado en esta Apreciación Estratégica,
nuestras actividades han estado y estarán enfocadas a
“crear, organizar y consolidar sociedad
civil”, a difundir el rostro oculto y las
implicaciones del Plan Colombia y la IRA, así como a
configurar las alternativas concretas y estratégicas
que las ciudadanías construimos, con énfasis en la
ampliación de la red de sectores sociales,
personalidades y poderes locales del Ecuador y de la
región, que son y serán potenciales dinamizadores de
un embrionario proceso de paz regional, el mismo que
empieza a gestarse desde hoy contra la
internacionalización de un conflicto de mediana
intensidad y la regionalización buscada por los
señores de la guerra, entre los que incluimos a todos
los actores, regulares e irregulares, del conflicto
armado colombiano.

DIRECCION NACIONAL DE LA APDH DEL ECUADOR
Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos
del Plan Colombia en el Ecuador

* 
“Ni una pulgada de la Patria puede cederse a
nadie, sin hacerse reo de parricidio. Nada de vender
el territorio, que el suelo de la República no
pertenece a ninguno, sino a ella misma. La República
no puede despojarse de sus derechos, sin abdicar su
soberanía ni envilecerse. Desgraciado quien la
escarnezca de esta manera, pues su nombre pasará a la
posteridad con marca de infamia”.  Presidente
Eloy Alfaro. 1901.

“Con la soberanía no se come” 
Presidente Gustavo Noboa. 2001.



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